La buena marcha de la economía española no reduce la desigualdad que afecta a la población trabajadora

La buena marcha de la economía española no reduce la desigualdad que afecta a la población trabajadora
Foto | Kelly Sikkema (unsplash)
Las últimas estadísticas sobre la economía española traen buenas y malas noticias para las familias trabajadoras. La renta de sus habitantes ha crecido un 1,5% en los tres primeros meses de este año, pero menos que en el último trimestre del año anterior.

Este aumento de la renta, ese 1,5% que supone una mayor capacidad de gasto y ahorro para las familias, es incluso superior a la media registrada en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Solo que, comparado con el año anterior, el 2023, ese crecimiento ha perdido fuerza. Así en los tres últimos meses del año pasado, la renta disponible había aumentado un 3,7 %.

Efectivamente, en el último trimestre de 2023, España había superado ligeramente la renta disponible antes de la gran crisis financiera de 2007 (a la que se le asigna el valor 100).

La renta real de los hogares españoles avanzó desde los 97,46 hasta los 101,1 puntos al finalizar el año pasado. Durante el siguiente trimestre llegó a 102,63 puntos, todo un récord.

El Producto Interior Bruto per cápita de España, una manera de medir la cantidad de riqueza generada que tocaría en teoría a cada habitante, creció en el primer trimestre de 2024, en concreto un 0,54 %; 0,20 % más que en el último trimestre de 2023, cuando fue del 0,34 %. El crecimiento es superior a la media de los países de la OCDE, que fue del 0,3 % en el primer trimestre de 2024 y del 0,2 % en los tres meses anteriores.

El aumento de la renta muy probablemente se ha debido al incremento de los salarios, el acceso a beneficios sociales, las medidas de control de la inflación en algunos sectores y el número nunca visto de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social.

La mala noticia ha sido, sobre todo, la inflación, que ha encarecido los productos básicos para los bolsillos de las personas trabajadoras y, por tanto, mermado la ganancia de renta.

En los últimos meses, la inflación parece estar conteniéndose, pero la alimentación y la vivienda, en concreto, se han encarecido bastante, mientras que los salarios no han subido en la misma proporción.

En nuestro país, en la misma estela que el resto del mundo, los ingresos generados por la actividad laboral pierden peso frente a las rentas de capital en el reparto de la riqueza.

Los tímidos avances salariales en España se producen al tiempo que crecen con fuerza, a pesar de las diferencias por sectores, los beneficios empresariales. Desde 2018 el valor añadido generado por las empresas ha crecido un 46% nominalmente (21% real) y la productividad, un 36% (13% real).

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La vivienda

Pero donde más llama la atención el desigual reparto de la prosperidad y bien estar es en el acceso a la vivienda.

El precio del alquiler se ha incrementado un 8,6 % en julio, en comparación con el mismo mes de 2023, y un 9,8 % en agosto, según informes de portales inmobiliarios, que establecen el precio medio del alquiler mensual por encima de los 1.000 euros, cuando el salario medio de los jóvenes de nuestro país apenas sobrepasa esa cantidad.

Se calcula que en la actualidad hace falta más del 30% de los ingresos de una familia para adquirir una vivienda en propiedad, lo que normalmente se realiza gracias a la concesión de los préstamos hipotecarios. Los tipos de interés en esta década han llegado a situarse por encima del 4%, aunque se anuncian bajadas en los próximos meses, por lo que gran parte de la ganancia y el ahorro de la población trabajadora se ha destinado al pago de los préstamos.

El mismo presidente del Consejo Económico y Social, el economista Antón Costas, reconocía que “la vivienda puede estrangular el crecimiento de la economía y del empleo”. “Aunque los salarios mejoran, los elevados precios de la vivienda reducen la renta disponible y el consumo de las familias, frenando la demanda agregada, la producción y el crecimiento”, apuntaba en El País. No solo amenaza el crecimiento económico, al detraer inversiones productivas, sino que obstaculiza la emancipación de los jóvenes, la creación de hogares y la natalidad.

El sindicato USO, a pesar de reconocer los avances de la economía española considera que todavía son insuficientes, más ante las sombras del panorama económico.

Según apunta este sindicato mientras que otros países europeos la renta crece empujada por el tiró de los salarios, en nuestro país, las nóminas no terminan de absorber por completo la subida de la inflación. “Que las rentas o los ahorros mejoren la capacidad económica de las familias no soluciona el hecho de que los trabajadores, con su salario, no puedan mantener la misma cesta de la compra que antes de la pandemia”.

Además, USO recuerda que desde hace años viene advirtiendo que cada vez hay más afiliados a la Seguridad Social que se reparten menos horas de trabajo.

De hecho, 2023 terminó con la jornada laboral efectiva más baja de la historia. A jornada parcial, sueldo parcial. Y esto no permite recuperar las rentas familiares más bajas solo con los salarios, la principal o única fuente de ingresos de la inmensa mayoría de los hogares.