Francisco anhela que la paz y la justicia social guíen el futuro de Europa

Francisco anhela que la paz y la justicia social guíen el futuro de Europa
FOTO | Vatican Media
El papa Francisco pide “un desarrollo auténtico” que no excluya  “a los más vulnerables”. Plantea la justicia social y la acogida de migrantes como pilares para la construcción de un futuro más equitativo

Embarcado en nuevo viaje apostólico, el papa Francisco, consciente de la situación por la que atraviesa el viejo continente, realizó un llamamiento a las autoridades políticas para construir una Europa más unida y solidaria durante su visita oficial a Luxemburgo, este jueves 26 de septiembre de 2024. En su discursoque ha sido editorializado en Vatican News, proponiendo su relectura–, el pontífice subrayó la necesidad de fortalecer la paz, la justicia social y la acogida de personas migrantes.

Francisco subrayó la urgencia de que las relaciones internacionales se basen en la justicia social y el apoyo a las naciones más desfavorecidas. “Renuevo particularmente mi llamamiento para que se establezcan relaciones solidarias entre los pueblos, de modo que todos sean partícipes y protagonistas de un ordenado proyecto de desarrollo integral”, afirmó, recordando que la Doctrina Social de la Iglesia ofrece claves para un progreso que respete la dignidad humana y la casa común.

El Papa destacó dos grandes temas de su magisterio: el cuidado de la creación y la fraternidad. Reiteró que el desarrollo, para ser auténtico, no debe degradar el planeta ni excluir a los más vulnerables: “El desarrollo, para ser auténtico e integral, no debe expoliar y degradar nuestra casa común ni debe dejar al margen a pueblos o grupos sociales: todos, todos hermanos”. Asimismo, insistió en que la riqueza es una responsabilidad que debe ejercerse con solidaridad, no con exclusión.

En ese sentido, instó a los países a trabajar para mejorar las condiciones de las naciones empobrecidas, ya que “esta es una manera adecuada para conseguir que disminuya el número de los que se ven obligados a emigrar, a menudo en condiciones inhumanas y peligrosas”. El Papa elogió a Luxemburgo por su papel en la acogida e integración de migrantes y refugiados, afirmando que el país es un modelo a seguir en esta área: “Con algo menos de la mitad de sus habitantes procedentes de otras partes de Europa y del mundo, [Luxemburgo] es una ayuda y un ejemplo en el indicar el camino a seguir para la acogida e integración”.

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Una Europa de paz y diálogo

En su discurso, Francisco también expresó su preocupación por el resurgimiento de tensiones y conflictos en Europa, lamentando que el continente haya olvidado las lecciones del pasado. “Parece que el corazón humano no siempre sabe preservar la memoria y que periódicamente se extravía y vuelve a los trágicos caminos de la guerra”, dijo, señalando la necesidad de fomentar “vínculos de amistad” entre las naciones para evitar “aventuras con inmensos costes humanos”. “No olvidemos que la guerra siempre es una derrota”, recordó.

Finalmente, el Papa hizo un llamamiento a que tanto los líderes como la ciudadanía estén animados por “elevados y profundos valores espirituales”, ya que son estos valores los que pueden evitar “el extravío de la razón” y la repetición de errores del pasado. “El Evangelio de Jesucristo es el único capaz de transformar profundamente el alma humana”, añadió, recordando que el camino hacia la paz y la justicia se construye desde los principios del amor y la fraternidad.

Con su lema Pour servir (Para servir), Francisco destacó que tanto la Iglesia como los líderes políticos deben trabajar en favor del bien común, recordando que el servicio es el más alto título de nobleza: “Que el buen Dios les conceda servir siempre con espíritu alegre y generoso. Y aquellos que no tienen fe trabajen por los hermanos, trabajen por la patria, trabajen por la sociedad. Este es un camino para todos, siempre buscando el bien común”, concluyó.