El síndrome posvacacional
Con cada final de verano, llega el temido «síndrome posvacacional», un concepto que inunda numerosos titulares de artículos y reflexiones, así como frecuentes conversaciones informales. Pero, ¿hablamos de una realidad o más bien es la etiqueta con la que nombramos una falacia colectiva?
Sospecho que estamos ante una creación moderna y occidental, profundamente enraizada en nuestra relación ambivalente con el trabajo, el ocio y, muy especialmente, con el descanso.
Llamar «síndrome» a lo que no es más que un malestar transitorio por la vuelta a la rutina laboral es, en sí mismo, incorrecto, inadecuado y problemático. Los verdaderos síndromes médicos tienen una definición clara, síntomas específicos y una causa subyacente reconocida. El supuesto «síndrome posvacacional» no cumple con ninguno de estos criterios. No se trata de una enfermedad, sino más bien de un estado emocional pasajero derivado de la insatisfacción en el trabajo o de la falta de propósito en la vida laboral y de un modo inadecuado de vivir los períodos vacacionales y el descanso.
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Maestro. Formador. Escritor
Autor de “Dos minutos”