El cardenal Cobo y los pobres

El cardenal Cobo y los pobres

El cardenal José Cobo, Arzobispo de la diócesis de Madrid, ha aludido en diferente momentos de sus discursos, escritos y homilías a los “pobres”. Este hecho no es casual y muestra que una de sus preocupaciones pastorales es la desigualdad (social, cultural, económica) que atraviesa, no solo su Archidiócesis, sino también a la Comunidad de Madrid, a España y al conjunto de la sociedad mundial.

Mucha gente, al oir la palabra “pobres” en su mente se construyen la imagen típica del mendigo, el harapiento, el marginado social sin dinero. E incluso la llamada “aporofobia” (que escribe Adela Cortina) nos remite al rechazo social hacia todo aquel que huele mal, parece un estorbo social y nos importuna a la salida del supermercado.

Pero en la mente pastoral y social del cardenal Cobo, la palabra “pobre” tiene en sí resonancias muy profundas que tienden puentes con el Evangelio de Jesús de Nazaret.

El pasado 4 de septiembre de 2024 en la homilía de la Eucaristía previa a la solemne inauguración de curso en la Universidad Comillas (en la que tomó posesión el nuevo rector de la misma, padre Antonio Allende Felgueroso sj), afirmó que “la universidad debe encarnarse entre los pobres para ser ciencia de los que no tienen voz” y pidió que la universidad sea «en medio de la sociedad, y como parte de la sociedad civil, un espacio de reflexión sin polarizaciones, de análisis sereno, y también de propuestas para mejorar las dinámicas comunes. Un espacio de defensa de la libertad y de la justicia desde el Evangelio”.

Y añadió que “se trata de caminar, abrir puertas, curar y expulsar demonios con Jesús. Siempre en un contexto de oración que recoge todo y lo eleva al Padre como hacia Jesús», ha remarcó el cardenal José Cobo al principio de la homilía. ¿Cuáles son los caminos y qué puertas podremos abrir para ir a quienes nos esperan?: Lo primero que nos interroga es la dirección en la que decidimos mirar para contemplar el mundo y para responder a sus interrogantes”.

Mirando a Jesús y “dejándonos llevar por su sabiduría”, la universidad católica aprende así a “ayudar a mirar y reflexionar siempre desde los últimos que están atravesando momentos difíciles, en la dirección de los que la sociedad rechaza y discrimina”.

Recordando al mártir Ignacio Ellacuría, rector de la UCA, el arzobispo de Madrid subrayó que “la universidad debe encarnarse entre los pobres para ser ciencia de los que no tienen voz, el respaldo intelectual de los que en su realidad misma tienen la verdad y la razón, aunque sea a veces a modo de despojo. Desde ahí seremos capaces de ir a donde Jesús nos quiere llevar”.

Transformar el corazón

En segundo lugar, “como Jesús hemos de ser capaces de atravesar la realidad asumiéndola como es, dialogando con ella y ayudando a ver en ella el paso de Dios”. “No es nuestro objetivo limitarnos a formar e incorporar a la sociedad a personas muy competentes y exitosas. Será hacerles capaces de cambiar el corazón, descubrir al Hijo de Dios, y afrontar la realidad para transformarla en un mundo más justo, fraterno y en paz”.

Por último, el cardenal José Cobo subrayó la importancia de la “Palabra, “una palabra que más que dialéctica quiere ser dialógica, quiere ser herramienta para animar a pensar en libertad, para acercarse a la realidad y comprenderla sin manipularla”. “Necesitamos unidad de propósito, unidad de acción para proclamarla, no para ir contra nadie, sino para que nuestro testimonio deje sonar la Palabra de Dios”, dijo el arzobispo de Madrid.

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El cardenal José Cobo agradeció a toda la Universidad Pontificia Comillas “por abrir puertas, por transitar caminos con Jesús, por afrontar con su valor los males y por este ejercicio de oración y entrega al Padre de este curso que nos regala. Que Dios nos ayude a que la vida de la Universidad Pontificia Comillas sea, también, evangelio que nuestros contemporáneos puedan leer”.

Esta alusión imprevista a los “pobres” en un contexto universitario por parte del cardenal Cobo nos impulsa a ahondar un poco más en su pensamiento. Con ocasión de la VII Jornada Mundial de los Pobres (19 de noviembre de 2023):  José Cobo, como Arzobispo de Madrid, escribió una carta a todos los madrileños en la que decía: “Lo que hagamos con los pobres juzgará cada uno de nuestros pasos. Sin ellos, no hay camino”.

Escribió: “El Papa Francisco nos invita a celebrar la Jornada Mundial de los Pobres el domingo 19 de noviembre en todas las parroquias, comunidades, movimientos y realidades eclesiales. El lema de este año es “No apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7)”

“En la homilía con la que iniciaba mi ministerio episcopal, os decía que no podemos olvidar que somos una Iglesia samaritana. Por eso, los pobres son uno de nuestros más serios criterios de discernimiento”.

“Os invito a que, durante la semana anterior al 19 de noviembre, creéis algún espacio de escucha de la Palabra, de oración común y también de escucha a las personas que están en situación precaria”

Tal vez la lectura atenta y meditativa de estos textos puede ayudar a resetear nuestra mente y reelaborar y ampliar dinámicamente lo que desde nuestra lectura evangélica de la realidad entendemos como “pobres”. Estos no son solo los mendigos andrajosos.

El concepto teológico de “pobres” incluye a todos los excluidos del pastel de la sociedad del bienestar, a los vulnerables al cambio climático, a los inmigrantes que huyen de la guerra, el hambre y las tiranías, a los carentes de recursos (económicos, culturales, políticos, sociales y culturales incluso en los países ricos), a los nuevos pobres con trabajo cuya nómina no alcanza para una vida digna, los descartados (de los que habla el papa Francisco), las víctimas del cambio climático y de la emergencia de las sequías.

En definitiva, se incluyen bajo el paraguas de “pobres” a los millones de seres humanos víctimas del saqueo secular de los recursos naturales en gran parte de la casa común, la Tierra, por parte de los países ricos, el gran capital y las corporaciones transnacionales. Evaluar si en nuestras vidas existen contaminaciones de aporofobia, odio y rechazo a los pobres, puede ser un buen momento para empezar el curso.