La dignidad de la Tierra

La dignidad de la Tierra
Foto I tiratus717052 (vecteezy)
La dignidad es un atributo de las personas y, en todo caso, de los seres vivos. ¿Podemos hablar también de la dignidad de la Tierra? Si es así, ¿en qué sentido?

La teoría Gaia sostiene que la Tierra es un organismo vivo del que formamos parte. No es posible desligar nuestra vida, nuestros derechos, nuestra dignidad, de este maltrecho planeta que nos da cobijo y nos soporta, incluso más allá de la literalidad de servirnos de sostén. Dañarlo nos pone, como poco, en peligro.

La keniana Wangari Maathai, Nobel de la Paz 2004, escribe en Renovando la Tierra: «Me he dado cuenta de que la destrucción física de la Tierra se extiende por igual a la humanidad. Si vivimos en un entorno que sufre, donde el agua está contaminada, el aire está lleno de vapores nocivos, donde los alimentos están contaminados con metales pesados y residuos plásticos o el suelo se ha convertido prácticamente en polvo, eso nos afecta, nos roba la salud y crea lesiones a nivel físico, psicológico y espiritual».

Con un optimismo que ojalá la realidad confirmara, el Fondo de Población de las Naciones Unidas opina que «hace mucho tiempo que el mundo aceptó la verdad incontrovertible de que nuestro destino está ligado al de nuestro planeta».

Sin embargo, la Earth Commission, un equipo mundial de científicos publicó en 2023 que siete de los ocho sistemas de los que depende la vida humana ya han sobrepasado los límites físicos.

Esta vinculación, especialmente con los más vulnerados, es uno de los ejes que atraviesan la encíclica Laudato si’ del papa Francisco, a veces recordando a otro Francisco, el de Asís. «En él se advierte –escribe– hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior».

Los datos lo avalan: la desigualdad es un atentado contra la dignidad de los seres humanos y del planeta. El 10% de la población mundial posee el 75% de la riqueza, recibe el 50% de los ingresos y es responsable de casi la mitad (48%) de todas las emisiones de CO2, según el último Informe sobre la Desigualdad en el Mundo, referido al 2022.

Este doble atentado está muy vinculado a nuestros modos de vida, como a estas alturas es bien sabido. «La obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando solo unos pocos puedan sostenerlo, solo podrá provocar violencia y destrucción recíproca», escribe Francisco en Laudato si’.

Una violencia que parece omnipresente en estos tiempos. Según el informe Los daños colaterales del clima. Cómo el gasto militar acelera el colapso climático, el gasto militar tiene un efecto profundo y duradero en la capacidad para abordar la crisis climática de un modo que promueva la justicia. Cada euro destinado a la guerra no solo aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que además concede a la muerte y a la destrucción recursos que podrían dedicarse a solucionar una de las mayores amenazas que la humanidad jamás ha afrontado.

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Recursos de un volumen escandaloso, de cuya necesidad pretenden convencernos atronándonos con cantos guerreros. El gasto militar mundial ha ido en aumento desde finales de la década de 1990 y en 2023 se han batido todos los récords, llegando a 2,44 billones de dólares. Entre 2013 y 2021, los países más ricos destinaron 9,45 billones –con B– de dólares a ese derroche aberrante y asesino, que contrastan con los alrededor de 243.900 millones –con M– de dólares invertidos en financiación adicional para el clima.

Los ataques a la dignidad de la Tierra y de sus pobladores son múltiples y variados, pero injusticia y violencia tal vez los encierran todos.

¿Cómo afrontar tan vasto problema? Milena Radovich y Diego Astiz resumen las claves en su artículo «Una nueva cultura de la Tierra»: «Para construir una realidad más justa con el conjunto de la vida y el planeta –afirman– es fundamental decrecer en la escala material y energética y combatir la injusta acumulación de riqueza».

Ahora que con tanta frecuencia señalan «líneas rojas», hay una innegociable. Convencida estoy de que, como escribe Ernesto Sábato, «hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse».

Campañas

Banca Armada

Surgió en 2007 para visibilizar y denunciar las vinculaciones de numerosas instituciones bancarias españolas con empresas fabricantes de armas «a través de su financiación, que convierte a los bancos en actores necesarios del complejo militar industrial que, con el objetivo de maximizar sus beneficios económicos, promueve el armamentismo y el militarismo».

Manifiesto: «Descarbonizar Es Desmilitarizar. Control y limitación de las emisiones militares».

Iniciativa del Centro Delàs de Estudios per la Pau, Ecologistas en Acción y Extinction Rebellion Barcelona y firmada por medio centenar de organizaciones, busca reforzar los vínculos entre las reivindicaciones pacifistas, ecologistas, feministas y por la justicia global, así como extender la idea de que una sociedad ambientalmente más justa es inseparable de una sociedad desarmada y desmilitarizada.

Recursos

Libros
Carson, Rachel. El sentido del asombro. Ed. Encuentro, 2012. Primavera silenciosa. Ed. Crítica, 1962.
Klein, Naomi. Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima. Ed. Paidós, 2015.
Shine, Tara. Salvar el planeta. Ed. Blume, 2020.
Thoreau, Henry David: Walden o la vida en los bosques y del deber de la desobediencia civil. Ed. Juventud, 2010.

Películas
La mujer de la montaña (2018). Director: Benedikt Erlingsson.
El olivo (2016). Directora: Icíar Bollaín.

Informes
Informe sobre desigualdad global
Los daños colaterales del clima. Cómo el gasto militar acelera la catástrofe climática

Artículos
Una nueva cultura de la Tierra