¿Qué hacer en verano?
Además de ser tiempo de relax y de descanso, es una ocasión para poner a punto nuestra vida en todos los sentidos. Para disfrutar el verano nos lo hemos de plantear en profundidad. Solo lo disfrutamos si lo aprovechamos bien.
Tenemos más tiempo para hacer oración. La comunicación con Dios es fundamental.
Podemos apuntarnos para hacer algún curso de formación, o algunos ejercicios espirituales, que falta nos hacen.
Es una buena ocasión para reflexionar a fondo y analizar por dónde va nuestra vida.
Si todavía estamos trabajando, el verano es una buena ocasión para ver si el trabajo nos construye como personas, o si tenemos que cambiar nuestra forma de trabajar.
También hemos de reflexionar a fondo sobre nuestras obligaciones familiares y sociales; y ver si las vivimos con gusto, si nos ayudan, a crecer o si perdemos el tiempo.
Nos podemos preguntar si el compromiso, o los compromisos que tenemos, si los tenemos que continuar, o si hemos de cambiarlos por otros.
A lo mejor tenemos algún problema pendiente en nuestra vida que no lo hemos afrontado en profundidad. El verano nos puede servir para dar respuesta a lo que tenemos pendiente.
Si pertenecemos a algún grupo, podemos pensar si estamos aportando lo que podemos, o si nos hemos acomodado, o caído en la rutina.
Podríamos ver cómo hemos de encauzar nuestra vida y hacernos como un proyecto personal de vida, o renovar el que ya tenemos.
No estaría mal que leyéramos algún, o algunos libros. Podemos informarnos y pedir consejo, si hace falta.
Hay más posibilidad de visitar a personas mayores, enfermos, amistades, personas que sabemos están hundidas en la depresión, siempre que ellas acepten la visita.
En verano algunas personas suelen hacer algún viaje. Además de descansar y cambiar de aires, el viaje también nos puede servir para crecer como personas, en todos los sentidos, depende de cómo nos lo planteemos.
Consiliario diocesano de la HOAC