Pedro Fuentes: “Nuestra mirada debe fijarse en un horizonte transformador, al tiempo que atiende la realidad sufriente”

Pedro Fuentes: “Nuestra mirada debe fijarse en un horizonte transformador, al tiempo que atiende la realidad sufriente”
FOTO | Germán Gavín (i) y Pedro Fuentes.
La segunda ponencia del día “El compromiso en las situaciones de precariedad laboral. Una mirada a la realidad”, ha estado a cargo del sociólogo Pedro Fuentes, del equipo de estudios de la Fundación Fomento de Estudios Sociales (FOESSA) de Cáritas.

Al inicio de su exposición, Fuentes se ha referido al cráneo de una niña de 12 años encontrado en Atapuerca, de hace en torno a 400.000 años, que no pudo ser útil para la comunidad y que obligó a esta a cuidarla. Así hablamos, desde los inicios, del Homo curantis, del ser humano que cuida. También se refieren los filósofos al Homo sapinens, en el sentido de que el ser humano se caracteriza por el pensamiento; aunque hay quienes nos caracterizan como Homo faber (hombre que fabrica) o, incluso, hay quienes dicen que lo que verdaderamente identifica al ser humano es la risa. Con el tiempo, otros (Adam Smith o Karl Marx) se refieren al Homo Aeconomicus, recortando otras características y centrándose en el ser pensante o creador. Y a partir de ahí, llegamos a una comprensión del trabajo en la que solo se tiene en cuenta lo económico, el Producto Interiro Bruto (PIB). Según explicitó en el debate posterior, esta visión de quedarnos solo con lo faber y lo sapiens, se apoya en la realidad de que el trabajo es “lo único” que da sentido y ocupa la realidad completa de las personas.

La Iglesia, en su Doctrina Social, habla, sin embargo de las dimensiones objetiva y subjetiva del trabajo, según ha añadido Fuentes. La encíclica Laboren Exercens, de san Juan Pablo II se refiere así a un trabajo que ayuda a cubrir las necesidades, y que tiene una contribución social (dimensión objetiva) y al trabajo que realiza al ser humano (dimensión subjetiva).

Fuentes ha distinguido también entre trabajo y empleo. El empleo es la organización de determinados trabajos en la sociedad capitalista. En las sociedades antiguas, las actividades que hoy se consideran trabajo las desarrollaban las personas esclavas. Los empleos son aquellos trabajos de los que puede obtenerse un beneficio de trabajo.

El problema, según Fuentes, es que hemos “comprado” este relato sobre el empleo, mientras que solo el 32 por ciento de las personas en el mundo creen que el empleo es solo un medio necesario para ganar dinero; el 48,9% opina que les gustaría tener un trabajo remunerado aunque no necesitasen el dinero; y otro 48 por ciento opina que esforzarse y trabajar duro debería ser el aspecto más importante para lograr triunfar, aunque al fin y al cabo, sabemos, o creemos, que esto no es así. Esta comprensión de la meritocracia se resume en que el 57 por ciento de la población piensa que la posibilidad de recibir ayudas sociales vuelve a la gente perezosa y el 48 por ciento de las personas trabajadoras sociales opinan que las rentas básicas desincentivan la búsqueda de empleo.

Estructura y coyuntura del mercado de trabajo

“El empleo es una situación minoritaria y en descenso en nuestra sociedad”, ha explicado Fuentes, y lo ha demostrado con datos. La tasa de ocupación, que habla de las personas que tienen empleo y las que están en edad de trabajar muestra que en el mundo, esa tasa es del 59 por ciento. La española está siempre por debajo de la mundial y de la OCDE y está en el 51 por ciento y bajando, mientras que no paran de subir las horas de trabajo no remunerado en el hogar, tanto en el ámbito mundial como en el Estado español, que suponen algo más de 300 jornadas de trabajo de ocho horas al año.

El empleo, además, cada vez va perdiendo más su papel de protección frente a la pobreza. En el mundo, las personas empleadas en empleo informal es más de la mitad de las que están empleadas en el empleo formal. Al mismo tiempo, el dato de trabajadores pobres no ha dejado de crecer en España, del 13,7 al 17,5, mientras que en la eurozona, se ha incrementado un punto hasta el 10 por ciento en los primeros años del siglo XXI. “Todos los datos son peores si miramos a las mujeres y la gente joven, lo que habla de un asunto de carácter estructural en el mercado del trabajo”, según ha añadido el sociólogo.

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Asimismo, todo esto se da en un ámbito en el que la integración social y el ejercicio de la mayoría de los derechos está vinculado a tener dinero para comprarlos en el mercado. Y esto depende de tener o no un empleo. No es así en el ámbito de la cobertura sanitaria o de la escolarización a partir de los 3 años, que se acerca al 100 por cien de cobertura, pero, en el caso de la vivienda pública no supera el 3 por ciento, el ingreso mínimo vital al 16 por ciento o un 23 por ciento, para las prestaciones por dependencia.

Del mimo modo, la Encuesta de Condiciones de Vida recoge algunas muestras de carencia material que demuestran que, incluso las personas con empleo no pueden permitirse dedicar algo de dinero a sí mismo, así misma, comprarse un segundo par de zapatos o tomarse algo con los amigos. Conductores, limpiadoras, empleados de trabajos agrícolas o de cuidados, entre otros, son los empleos que durante la pandemia por COVID-19 fueron considerados esenciales y no pudieron parar, son aquellos que, normalmente, son peor considerados y peor pagados en nuestra sociedad, ha añadido.

Soñando otro mundo posible

La realidad es compleja y las recetas no son fáciles tampoco. Nuestras miradas deben estar fijas en un horizonte transformador, al tiempo que atendemos a la realidad actual en la que las personas están sufriendo.

Ese horizonte transformador debe partir de un cambio en la cultura del trabajo y en su organización. En ese futuro habrá empleos que tengamos que repartir, habrá que valorar algunos empleos que ahora no son valorados y surgirán necesidades que ahora no conocemos. Al mismo tiempo, tendremos que afrontar políticas sociales que incrementen la protección social, que es posible y se hace en países de nuestro entorno, con interesantes resultados.

Vamos a seguir luchando por mejorar salarios, los convenios y la reducción de horas de trabajo, pero, al mismo tiempo, hay que empezar a transformar nuestras cabezas y a aceptar propuestas que están sobre la mesa como la renta básica universal o el trabajo garantizado, que logran desvincular el acceso a los derechos del sueldo que cobran las personas.

Fuentes cerró su intervención con una bella frase de Eduardo Galeano sobre los sueños: “El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed”.

Párrocos por el sínodo

Tras el diálogo con el ponente, fue el turno de Miguel Ángel González, que ha compartido su experiencia de participación del encuentro internacional de “Párrocos por el sínodo”. Un testimonio que contó en NoticiasObreras.es con el artículo El anhelo de generar comunidades parroquiales e iglesias locales que apuesten por vivir la sinodalidad y que invitamos a releer.

Álbum de fotografías

Vía Susana Castrillejo y Yeli

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