Fernando Rocha: “El horizonte de salida de la precariedad es la acción colectiva”
Han comenzado las jornadas de profundización y diálogo de los cursos de verano de la HOAC. 200 militantes hoacistas reflexionan sobre el compromiso en las situaciones de precariedad laboral.
El encuentro se ha realizado en el cine TL de Ávila en el que han comparecido para el acto de apertura de las jornadas el alcalde de la ciudad, Jesús Manuel Sánchez; el director la Comisión para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, Luis Manuel Romero; el presidente diocesano y la presidenta general de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Manuel Candil y Maru Megina, respectivamente.
El alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez, ha dado la bienvenida a la militancia hoacista llegadas desde distintos puntos de la geografía. Se ha referido a las oraciones con las que se ha iniciado la jornada, que reflejan un mundo en el que hay grandes desigualdades. Ha animado a las personas participantes de los cursos a continuar luchando por los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras, “todos tenemos que aportar nuestro granito de arena, desde donde estamos, para que nadie se quede atrás, especialmente las personas más humildes”, ha manifestado.
Por su parte, el director la Comisión para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, Luis Manuel Romero, ha abogado por seguir denunciando de un modo profético las situaciones de precariedad que atentan contra la dignidad de las personas. “La Iglesia no puede callarse ante las injusticias, las periferias son los lugares preferentes para anunciar el evangelio”. Romero ha apostado, además, por una coordinación con otras organizaciones y sindicatos en esa lucha por el trabajo decente.
En representación de la HOAC han intervenido en la inauguración el presidente de Ávila, Manolo Candil, que ha asegurado que en la “diócesis vamos desarrollando los talentos que recibimos en el proceso formativo y acompañando a otras personas para trabajar conjuntamente por el bien común”, y la presidenta general, Maru Megina. “Nos preocupa la situación y las vidas de las personas precarias, en economía sumergida, paradas, excluidas, por eso debemos seguir buscando respuestas y conocer cuáles se están dando ya desde distintas organizaciones, porque ellas van sumando esperanza en la lucha por una sociedad más decente”, ha afirmado.
Viejas y nuevas encrucijadas de la precariedad
La primera ponencia ha sido impartida por Fernando Rocha Sánchez, de la Escuela del Trabajo de CCOO, que ha puesto el foco en la dignidad del trabajo y en las personas, más allá de los datos. Limpiadoras a tiempo parcial, jóvenes repartidores, personas migrantes explotadas en el campo o que cuidan a mayores. La precariedad laboral es un fenómeno con múltiples caras.
Aunque no hay una definición oficial, podríamos decir que es un trabajo que no cumple las normas y leyes, que no ofrece recursos suficientes para una vida digna o una protección social adecuada. La precariedad es un componente estructural del empleo en España que afecta especialmente a las mujeres y a determinados colectivos: jóvenes, migrantes y personas con bajos niveles de cualificación.
“En las mujeres persisten desigualdades significativas a pesar de los avances registrados en los últimos años. Las brechas y discriminaciones estructurales se reflejan en una segregación ocupacional y vertical”, ha matizado. En el caso de la gente joven tienen mayores tasas de temporalidad y parcial, subempleo, menores niveles retributivos y mayor presencia relativa en las modalidades de trabajo no declarado. En el de las personas migrantes, que son un 13 % de la población activa, se concentran en sectores con mayor precariedad: hostelería, trabajo doméstico, agricultura o plataformas de reparto. La mayor vulnerabilidad sin duda se da en las que están en una situación administrativa irregular.
Fernando Rocha ha enumerado los principales vectores de la precariedad. El primero sería la temporalidad injustificada del empleo que, aunque se ha ido reduciendo tras la última reforma laboral, mantiene diferencias entre los grupos de población. El segundo, el empleo a tiempo parcial involuntario, destinado mayoritariamente a las mujeres que son las que tienen asignado el rol de los cuidados. El tercer vector, la externalización como mecanismo de devaluación laboral, y el último, el trabajo no declarado a la Seguridad Social, que aunque es difícil de cuantificar, se estima que supone en torno al 6,7% del empleo.
Las cicatrices de la precariedad laboral
En el nivel micro, el responsable sindical ha apuntado a las brechas en materia de estabilidad, salarios, formación, salud laboral, derechos colectivos, protección social, en general en las condiciones de vida. A nivel macro, considera que está generando un modelo económico basado en la desigualdad, la pobreza y la exclusión. Y a nivel estructural se ha referido a la mayor vulnerabilidad del modelo productivo ante los cambios en el ciclo económico, una menor capacidad de resiliencia ante los grandes desafíos globales, una mayor desconfianza hacia las instituciones, un aumento del malestar social y una menor participación política y ciudadana.
Entre las principales propuestas ha destacado la necesidad de políticas públicas que impulsen un cambio en el modelo productivo para que sea más sostenible, apuntando a la negociación colectiva como elemento clave para una transición justa. Además, debe reformarse el marco normativo y plantear estrategias sindicales dirigidas a grupos más vulnerables y precarizados. “No podremos combatir la precariedad sin una organización colectiva”, ha concluido.
Álbum de fotos
Vía Susana Castrillejo
Periodista