En Erandio, ante la muerte silenciosa de un cura obrero: Juan Mari Lechosa

En Erandio, ante la muerte silenciosa de un cura obrero: Juan Mari Lechosa
FOTO | Juan Mari Lechosa (tercero, por la derecha), junto con militantes de Bilbao en la XIV Asamblea General de la HOAC (Segovia, agosto 2023)

Conocí Erandio en el año 1983… y desde hace dos años que estoy aquí, he me ha acogido un Erandio transformado. Este Erandio-Lutxana lo he unido siempre al mundo obrero de la margen derecha… “el Lechosa”, que junto a Periko, Axpe, Markiegui… me han recordado que el mundo obrero y la Iglesia necesita curas obreros, “arameos errantes”.

Curas obreros que me recuerdan y hacen presente: ¿Qué vas a amar? ¿Un “cura” inmaculado y de “oficio” como yo que se pudre administrando, cultivando un “alma” que no existe?

En un Erandio industrial, que ha alejado a las personas-barrio de los lugares de trabajo, y el mundo obrero desvestido del conflicto, de la justicia,… parece que el mundo obrero no existe.

Que vas a amar si no ves… si no tocas… en este año dos accidentes laborales con muerte en empresas cercanas, inmigrantes que trabajan de lunes a lunes,… una fe y experiencia de Dios para los momentos ocasionales, sin descubrir el arbusto necesario donde donde sustentar, la levadura que esponja nuestras vidas.

Curas que en silencio… desde su experiencia de mundo obrero en Erandio configuraron su vida por donde fueron, conservaron sus relaciones y alentaron las llamas vacilantes…

¿Qué puedes esperar? ¿El tiempo es el encuentro efímero que pasa y nada queda? ¿La mentira de los ganadores?

Curas obreros “arameos errantes” que nos invitan a mirar, acoger en los sufrimientos, en los anhelos de las personas, en la Iglesia que si no sirve al sueño de Dios abandona su amor primero… el decrecer de “arameos errantes” donde nos llaman a desmontar tiendas y acoger una Iglesia en decrecimiento… sabiendo estar, acompañar, amar amando y sirviendo desde nuestra debilidad ¿para que queremos una Iglesia fuerte cuando somos debilidad y cruz?

Un Juan Mari que me ha enseñado a no mentir al decir “mañana” sin acoger el rostro del hoy.

En Erandio hay gente que “ni siquiera se muere”, algunos tienen calle, estatua, plaza,… parece que algo muy leve cambia pero sigue la dura vida, como en piedra o bronce gravada esta. Añoramos tiempos y rostros, pero la tierra, nuestro Erandio será pueblo, ciudadanía si hay encuentro que nos implica, y a los creyentes un despertar cada día a un dios que sale a nuestro encuentro. Y en curas obreros, militantes obreros que nos dices, susurran con sus vidas ¿no lo veis?

Una y otra vez. Otra vez ¿no lo veis?

Y habrá mucha gente que nos diga: ¡No busques! ¡Nada se te pierde!

Y ante la presencia y ausencia de los que nos acompañan, y los “muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha”, ¡nos “sonríen”!

¡Gracias a este hijo de Erandio que nos seguirá sonriendo!