Una incorporación renovada a la HOAC

Una incorporación renovada a la HOAC

Este fin de semana tuve la fortuna de asistir a la acogida en la asamblea de Jaén de dos nuevas militantes. La realidad de la HOAC en esta diócesis es humilde y perseverante. También sentimos que hace falta un impulso y renovación que asegure la tarea irrenunciable de hacer presente a la Iglesia en el mundo del trabajo y viceversa. Por eso, es una alegría acoger a nuevas personas militantes dispuestas a implicarse en hacer posible el reino de Dios, aquí y ahora, ayudando a devolverles a Jesucristo al mundo del trabajo, como diría Rovirosa.

La HOAC está preocupada por la incorporación de nuevas personas a su proyecto. De hecho, en el proceso de diálogo que llevamos desarrollando, compartimos las causas de esta situación, las interpelaciones y las propuestas sobre cómo avanzar. Destaco algunas: la necesidad de impulsar la extensión de este movimiento, su quehacer y su estilo comprometido; planificar los pasos a realizar, teniendo dialogado el momento y las personas a quien dirigirse; establecer un dinamismo claro y comunitario de esta tarea en las diócesis; y centrar los esfuerzos con una presencia hoacista en las situaciones de injusticia del mundo del trabajo de nuestro entorno más cercano.

Con todo, somos conscientes de las dificultades actuales –sabemos que es una realidad compartida– de falta de participación, propio de esta “sociedad líquida” y de una cultura que promueve el individualista “salvase quien pueda”; por no hablar del fenómeno de increencia extendido especialmente por el occidente ¿civilizado?

Sin entrar en esto ahora, estaba releyendo uno de los materiales de nuestra última asamblea. En concreto, un texto que cita la Evangelii gaudium del papa Francisco que dice “recuperemos la frescura original del Evangelio, de él brotarán nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre ‘nueva’”.

Me acordaba de cuándo y en qué momentos conocimos a Isa y Lourdes, las nuevas militantes de Jaén, con circunstancias vitales muy distintas, pero ambas en búsqueda; el proceso de acercamiento que han tenido y cómo el sábado sentían que habían encontrado su sitio, una comunidad donde vivir su fe tal y como ellas quieren hacerlo.

En su mensaje de aceptación Lourdes dijo: “…digo sí a la HOAC, porque es esperanza para los pobres, es Iglesia en movimiento que sale al encuentro y se encarna, con ese amor humilde que caracteriza a cada una y cada uno de sus militantes, sin afán de protagonismo”.

Nuestro consiliario emérito, que no pudo asistir por la edad, les envió este saludo: «Mi felicitación a Lourdes e Isabel. Si se enterara el papa Francisco, se alegraría muchísimo por la presencia de dos apóstoles femeninas».

En Jaén, como en el resto de las diócesis, tenemos, gracias a Dios, militantes que lo han dado todo por este movimiento especializado de la Iglesia española, que han sido ejemplos vivos de entusiasmo y que han gastado la vida por los demás. Militantes que, coherentes con el Evangelio y desde la formación y el compromiso, han hecho posible esos caminos nuevos que hoy nos llevan a dar gracias al Padre.

Ese enorme tesoro se nos ha dado, se nos ha confiado y trabajando para conservarlo  independientemente de los resultados. Lo cierto es que cada día salimos a la calle teniendo muy presente nuestro compromiso, con los ojos bien abiertos porque sabemos que Jesús nos sale al encuentro en los vecinos de nuestro barrio, en el sindicato, en el trabajo, en la asociación  o en la panadería donde compramos el pan cada mañana.

El Padre nos ha dado esta misión para seguir adelante “a pesar de nosotros” y lo único que nos pide es que cada día hagamos todo lo posible. No más, pero tampoco menos. Disfrutemos de la emoción de cada día en que vamos a su encuentro en nuestros compañeros y compañeras en nuestros ambientes y propongamos a los demás lo que somos, como pensamos y como nos comprometemos. Solo pretendemos compartir lo que recibimos gratis con los demás para poder cuidarlos como se merecen. Él hará el resto.