Joaquín Arriola: “El neoliberalismo convierte a las democracias en rehenes de las oligarquías”

Joaquín Arriola: “El neoliberalismo convierte a las democracias en rehenes de las oligarquías”
Joaquín Arriola Palomares es doctor en economía, es miembro del Consejo Científico de la Fundación Foessa, militante de la HOAC y colaborador de Noticias Obreras. Este martes 28, a las 19:30 horas, dará una conferencia sobre Capitalismo actual. Límites y alternativas, en la Casa de la Iglesia de Las Palmas de Gran Canaria, pudiéndose seguir por Zoom. Para el también profesor de Economía política, hay que entender que “el Estado debe ser considerado como el culmen de una sociedad civil organizada”.

¿Cuáles son las ideas centrales de tu conferencia El capitalismo actual?

Son que el capitalismo actual es el mismo que conocemos desde hace dos siglos, con algunas peculiaridades que les llamamos neoliberales, pero que no cambia la sustancia del sistema. Segundo, que está llegando a unos límites de objetivos y funcionamiento hasta ser un sistema disfuncional desde el punto de vista de las condiciones de vida y las expectativas de satisfacción de necesidades que durante mucho tiempo no ha cumplido con cierta eficacia, y que hay sectores claramente beneficiados por la situación actual que se resisten a cambios estructurales profundos, que son necesarios y posibles.

¿Qué características tiene ese capitalismo?

Lo específico es la financiarización, desde el punto de vista económico, que supone un enrocamiento de los principales beneficiarios del sistema en un sistema de extracción de riquezas, ya no solo de los trabajadores asalariados, sino del conjunto de las fuerzas productivas mediante recursos financieros. Eso es lo que ocurre entre grandes empresas cuyos beneficios provienen no de la venta de productos, sino de las operaciones financieras de crédito que gestionan. Esa primacía de lo financiero, que no es nueva en la historia de la humanidad, es también síntoma del declive histórico de una forma de organizar la sociedad. desde el punto de vista político, lo fundamental es la degradación del contenido de la democracia. El neoliberalismo se caracteriza porque las democracias, que en teoría se supone que van asociadas a la economía de mercado y la capitalista, se convierten en rehenes de las oligarquías que dominan los resortes del poder.

¿Hay países que se escapan al neoliberalismo?

No hace falta nada más que lo que está ocurriendo desde hace 10, 15 años en el mundo para darse cuenta que el neoliberalismo, que en la década de los 80 y los 90 dominaba completamente el panorama mundial y los que no formaban parte de esa etapa de dominio quedaban excluidos o apestados del sistema, y hoy hay contrapropuestas muy evidentes. No solamente en los pequeños reductos de resistencia que podemos encontrar en pequeños países, sino grandes potencias que están manifestando su capacidad de producción y de satisfacción de las necesidades de la población por mecanismos que no son neoliberales, en primer lugar, China.

¿En qué medida la socialdemocracia y sindicatos de clase están resignados a lograr reformas del sistema neoliberal?

El problema está que la socialdemocracia y los sindicatos no están por hacer reforma dentro del sistema neoliberal, sino, en los últimos 15, 20 años por intentar resistir a la ola neoliberal. Claro, si uno tiene solo una política de resistencia, de mantenimiento, de defensa de lo que se llamaba el Estado del bienestar, eso impide entender cuáles son los cambios o transformaciones ofensivas que hay que implementar. El problema de la socialdemocracia es que se ha quedado sin programa.

¿Qué alternativas hay al capitalismo actual?

Lo primero es entender la realidad profunda de este sistema. Y una de sus características es que ha desarrollado las capacidades técnicas a niveles inimaginables en la historia de la humanidad; y, en segundo lugar, ha socializado procesos de trabajo a un nivel superior incluso al que se había conseguido en las denominadas economías socialistas del socialismo real. Un sistema que se basa en los principios de las decisiones individuales es incapaz de escapar a un creciente proceso de socialización de toda la actividad productiva, es decir, económica, cultural, etcétera.

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¿En qué se traduce eso?

En la centralidad que tiene el Estado. Si seguimos la evolución del capitalismo, el Estado en el siglo XIX era un instrumento para la conquista de las colonias al servicio de las grandes empresas exportadoras. En el siglo XX, el Estado era el mediador en el conflicto de clases, que se resolvía mediante los pactos sociales, dando lugar al Estado del bienestar. Lo que exige el capitalismo del siglo XXI es una vuelta de tuerca en la función del Estado, entendiendo que el Estado es la sociedad civil organizada, cosa que muchas veces no se entiende, y se considera que el Estado se opone a la sociedad civil. No. El Estado es la expresión última de la sociedad civil. Inicialmente cuando los niveles de organización son bajos se organiza al margen del Estado, pero que, cada vez más, requiere la reorganizada a nivel complejo, estructurado, global y, en fin, estatal. Otro problema es que el grado de socialización a niveles inimaginables para un ciudadano europeo del siglo XIX, sino que la interconexión entre los territorios es total. Si algún sentido tiene la globalización es que lo que se hace en Europa repercute en África, y los movimientos productivos de personas en América del Sur repercute en Asia. Esa interdependencia establece una exigente al propio Estado.

¿A qué lleva esa alternativa?

A que la alternativa al capitalismo actual pasa por un fortalecimiento de la sociedad a través del fortalecimiento del Estado y por nuevas instituciones internacionales, que sería una tercera ola, después de la Sociedades de Naciones y de las Naciones Unidas. Se requiere un entramado de organizaciones aledañas más del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, y hoy se requiere una nueva gobernanza global, que requiere obviamente de consensos mucho más que de los enfrentamientos que está promoviendo el Occidente global.

¿En todo esto el ecosocialismo puede ser otra alternativa?

En la socialización creciente de las fuerzas productivas, en la reinterpretación de los procesos que hace la idea del consumidor individual forma una quimera que no forma parte de la realidad, donde la dinámica general de producción de consumo, la lógica del intercambio está organizada y estructurada colectivamente, en ese sentido la dimensión socialista de los procesos productivos está ahí. Solo falta que se organicen de una forma más eficiente, que este control oligárquico que hay sobre el Estado actualmente en Occidente.

Y, la dimensión ecológica, si hace referencia a que hay una interpenetración creciente de los espacios productivos de modo que la idea del Estado nación autosuficiente, en el cual las decisiones internas son las que prevalecen y tienen capacidad de incidir en la vida de la gente, pues esa es una realidad que ya ha sido superada, porque no solo los fenómenos de contaminación localizados en un lugar con impacto global, la lluvia ácida en Europa, por ejemplo.

Es decir, que la dimensión ecológica tiene un protagonismo creciente y global, que requiere una nueva institucionalidad, como se está viendo, por ejemplo, las limitaciones que tienen los acuerdos medioambientales que no llevan a soluciones eficaces de los problemas que estamos viendo. Si es en ese sentido, lo podemos definir así como la necesidad de una superación ecosocialista de las actuales formas institucionales productivas del capitalismo.