El comercio justo “le sienta bien a todo el mundo”
En el Día Mundial de Comercio Justo, 11 de mayo, las organizaciones que en España impulsan este modelo alternativo de economía recuerdan que “le sienta bien a todo al mundo”, al tiempo que piden una aplicación ambiciosa de la directiva sobre diligencia debida.
Detrás de productos habituales en los mercados se esconden condiciones abusivas de trabajo, precios ínfimos, explotación infantil o deterioro de la tierra. La ropa, el café o los artículos de cuidado personal proceden de una enorme cadena de desigualdad. El cultivo de sus materias primas se realiza principalmente en países de América Latina, Asia o África, mientras que unas pocas empresas del Norte global acaparan el valor añadido y los ingresos que generan.
En el informe “El Comercio Justo le tienta bien a todo el mundo” se detalla cómo la subida de los precios del café, debido a la sequía derivada del cambio climático, no repercuten en los 25 millones de personas que cultivan esta planta.
Los caficultores, que en su mayoría viven en la pobreza y en países muy vulnerables al cambio climático, han visto sus ingresos reducirse sus ya escasos ingresos, perciben a menudo ingresos inferiores al 40% del salario mínimo. Muy similar es la situación de los productores de cacao o té.
Trabajar en la industria textil, donde el 75% de la mano de obra se encuentra en países asiático, tampoco ayuda a salir de la pobreza. Los salarios apenas suponen la cuarta o quinta parte de lo que necesitarían para vivir. A pesar de los compromisos voluntarios de las empresas del sector, las jornadas de 12 y 16 horas diarias, seis o incluso siete días a la semana están generalizadas, sin que hayan mejorado las condiciones de seguridad y salud.
Otro tanto ocurre con la industria cosmética, especialmente, la autodenominada natural, basada en la manteca de karité, un árbol del oeste de África. El salario de quienes cosechan y procesan este cultivo, del que cada año llegan a Europa entre 40.000 y 75.000 toneladas, no supera, por lo general, los 1,25 dólares, a pesar de mover unos 48.400 millones de dólares.
El movimiento de Comercio Justo, en cambio, tiene en cuenta tanto las necesidades de los consumidores como los derechos de las personas y el entorno de las comunidades implicadas en la producción.
Solo en España, en el último año las ventas de Comercio Justo superaron los 146 millones de euros, en su mayoría gracias a los productos de alimentación. El textil en el último ejercicio aumentó su facturación en 1 millón de euros.
Precisamente, ante las elecciones europeas del próximo 9 de junio, las organizaciones de Comercio Justo se han dirigido a los partidos que se presentan al Parlamento Europeo que muestren un compromiso decidido con la “aplicación ambiciosa” de la directiva recientemente aprobada que responsabiliza a las empresas de sus impactos negativos en las personas y el medio ambiente en cualquier lugar del mundo donde se realice su producción.
Redactor jefe de Noticias Obreras