La salud laboral, un reclamo que une a las instituciones del trabajo y a la Iglesia
El Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, del 28 de abril, se ha consolidado como una fecha imprescindible en la lucha contra los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales en el que las organizaciones del mundo del trabajo, también la Iglesia, ponen el foco en la urgencia de defender la vida en el trabajo.
En el mundo, cerca de tres millones de trabajadores (2,6 millones) mueren cada año debido a accidentes y enfermedades relacionados con el trabajo. Lejos de remitir, la tragedia va a más.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifra en algo más del 5% el incremento de fallecimientos de trabajadores en 2023 con respecto a 2015. La mayoría debido a las enfermedades profesionales, que suelen subestimarse en los registros oficiales, mientras que los accidentes siegan la vida de unas 330.000 personas trabajadoras anualmente.
En España se registraron el año pasado 624.911 accidentes de trabajo con baja y 721 muertes (105 muertes menos que en el año 2022, con más de 700.000 ocupados más) relacionados con el trabajo.
Los accidentes de trabajo con baja disminuyeron en 2023 un 1,1% y los ocurridos durante la jornada laboral un 2,3%. Descensos que en parte tienen que ver con las afecciones derivadas de la COVID-19, que han dejado de clasificarse como enfermedades profesionales.
Sin embargo, crecen los accidentes in itinere que aumentan continuamente desde 2021 y que en 2023 lo hicieron un 7,3%, lo que el sindicato achaca a la disminución progresiva del teletrabajo.
La Iglesia apuesta por la defensa de la vida en el trabajo
La Conferencia Episcopal Española, a través del departamento de Pastoral del Trabajo, también ha insistido en que cuidar la vida humana en el mundo del trabajo, pasa por “erradicar esta tragedia” que significa la siniestralidad laboral, para lo que proponen “identificar sus causas profundas y empeñarse en eliminarlas desde todos los ángulos posibles. Nos va la vida en ello”.
Ante el sufrimiento de las personas trabajadoras y sus familias, la Iglesia se siente llamada a acompañar a las víctimas, “denunciando la pérdida de salud y de vidas, creando conciencia en la sociedad y en nuestras comunidades eclesiales, acompañando a las víctimas en el dolor y apoyando sus justas reivindicaciones”.
La falta de salud laboral tiene consecuencias “devastadoras” que sufren las personas trabajadoras y sus familias, por lo que una vez más, la Iglesia, con el papa Francisco, proclama que “no son números, son personas”.
En la misma línea, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente apuesta por el cuidado de las relaciones laborales para mejorar la salud de la población trabajadora, favorecer la conciliación y promover una redistribución más humana del tiempo, apoyando la reducción de la jornada laboral.
“La salud laboral no solo implica evitar los accidentes o las enfermedades que puedan afectar al ser humano en el ámbito del trabajo, sino también garantizar el bienestar de las personas al desarrollar su profesión”, advierte la iniciativa eclesial en su manifiesto sobre el día de la Seguridad Laboral y el 1º de Mayo.
Iglesia por el Trabajo Decente también demanda que “la salud laboral sea un derecho fundamental para todas las personas y sea prioritario en cualquier entorno”, consciente de que “hay un gran número de trabajadores y trabajadoras que sufren condiciones laborales precarias que ponen en peligro su bienestar físico y mental”. “Es hora de alzar la voz y reivindicar que la salud de las personas no se vea comprometida en aras del beneficio económico”, sostiene.
Para la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), la respuesta social está muy lejos de la gravedad de la siniestralidad y las enfermedades profesionales, una tragedia de proporciones enormes, si tenemos en cuenta que “destroza la vida de tantas familias trabajadoras”.
“Necesitamos que gobiernos y agentes sociales impulsen decididamente este drama, buscando medidas más eficaces para el cumplimiento de la legislación, para la prevención y, sobre todo, para abordar las causas estructurales de este drama”, clama la organización de trabajadores y trabajadoras de la Acción Católica, al tiempo que reconoce y agradecer “la labor cotidiana que realizan los sindicatos en defensa de la seguridad y salud en el trabajo, así como la de visibilización, solidaridad y reivindicación que realizan las asociaciones de víctimas”.
Sin embargo, “necesitamos hacer mucho más para redoblar el empeño de cuidar la vida en el trabajo. Necesitamos un profundo cambio de mentalidad sobre la seguridad y salud en el trabajo como derecho humano fundamental y como responsabilidad social de primer orden. Un profundo cambio de mentalidad en la sociedad y en la Iglesia. Es una responsabilidad social en la que la Iglesia estamos llamados a implicarnos decididamente en defensa de la vida”, considera la HOAC, que para colaborar al cambio de mentalidad ha puesto en marcha la campaña “Cuidar el trabajo, cuidar la vida”.
Nuevos y viejos riesgos
Los dos mayores sindicatos del país han advertido en esta ocasión de los nuevos riesgos que amenazan la salud, fundamentalmente derivados del cambio climático, pero también de la digitalización y las nuevas formas de gestión empresarial que están afectando a la salud mental.
En el manifiesto que firman conjuntamente CCOO y UGT señalan algunos de los peligros que corre la población trabajadora debido al estado de las relaciones laborales y el impacto de las transformaciones en curso como el cambio demográfico, la digitalización y el calentamiento del planeta.
“La epidemia de salud mental que ha aflorado en los últimos tiempos no es ajena a estos factores laborales”, señalaban, por lo que consideran que “es necesario que la autoridad laboral controle que se garantice el derecho a entornos de trabajo seguros y saludables”.
Ambas organizaciones demandan que la seguridad y la salud en el trabajo se convierta “en uno de los pilares de las políticas públicas de adaptación al cambio climático”, recurriendo para ello a “las herramientas de la prevención de riesgos laborales para prevenir la exposición a temperaturas extremas en las empresas”, sin olvidar los fenómenos meteorológicos extremos, el avance de enfermedades de transmisión por vectores o el aumento de la exposición a radiación solar.
El sindicato USO ha optado por destacar que, en función de variables como el género o la edad, ante el mismo riesgo, las consecuencias pueden ser bien distintas para cada persona. Por lo que su campaña para este 28 de abril lleva por título “Mismo riesgo, diferentes consecuencias”. Recuerdan que en 2019 denunciaba que las evaluaciones de riesgos eran genéricas o de “corta y pega” orientada a evitar sanciones, sin actualizar ni considerar las especificidades, por lo que resulta muchas veces imposible evitar los riesgos.
Desde este sindicato, consideran que tanto la edad como el género constituyen factores lo suficientemente diferenciadores como para tenerlos en cuenta e integrarlos a lo largo de toda la acción preventiva de la empresa. Sin embargo, advierte ni un factor ni el otro están regulados. El único avance ha sido la Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027 que incluye la integración en el futuro de la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales.
Más democracia en las empresas
En línea con los nuevos factores de riesgo en el trabajo se ha pronunciado la Confederación Sindical Internacional. Su secretario general, Luc Triangle, ha indicado que la “la crisis climática ya no es una amenaza lejana, es un peligro presente para los trabajadores y las trabajadoras de todo el mundo”.
El líder de la confederación mundial afirma que “es imperativo que exijamos unas políticas y prácticas sólidas para proteger a nuestros trabajadores y trabajadoras de las peligrosas repercusiones del cambio climático”, por lo que llama a “integrar en nuestras normas de salud y seguridad en el trabajo las evaluaciones de los riesgos climáticos y medidas de preparación ante situaciones de emergencia”.
Las organizaciones de trabajadores y de trabajadoras de todo el mundo ya están proponiendo mejoras para hacer frente a los viejos y nuevos riesgos. “El trabajo de estos sindicatos, y de muchos otros, es realmente ejemplar”, resalta Triangle, quien aboga por “mantener consultas con los sindicatos, impartir una formación exhaustiva en materia de seguridad y aplicar normas de seguridad estrictas para mitigar los riesgos asociados a las condiciones meteorológicas extremas”.
Triangle reclama que se tenga en cuenta “la opinión de los trabajadores”, dado que “estos pueden desempeñar un papel en lo que respecta a su propia seguridad”, una cuestión de democracia, en su opinión, “las verdaderas democracias benefician a los trabajadores y las trabajadoras, y eso incluye proporcionarles medidas de protección contra el cambio climático”.
Igualmente, la OIT ha alertado de que los nuevos riesgos asociados al cambio climático se están sumando a los factores clásicos que degradan la salud de la población trabajadora. No es para menos, el calentamiento global puede provocar que aumente el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, las disfunciones renales y los trastornos mentales.
Según sus cálculos, más de 2.400 millones de trabajadores (de una población activa mundial de 3.400 millones) pueden verse expuestos a un calor excesivo en algún momento de su jornada laboral. Por eso, la OT defiende entornos de trabajo seguro y saludables, como principio y derecho laboral fundamental.
Redactor jefe de Noticias Obreras