Subsidio de desempleo. Después de la tormenta, ¿llegará la calma?
Reconozco que éste es un artículo que no hubiera querido escribir. Hay tres motivos.
En primer lugar, uno puramente egoísta. Dedico mucho tiempo, que parece ahora perdido, al estudio y análisis de la normativa, y dado que gran parte de las normas con contenido laboral han adoptado la forma jurídica de los Reales Decretos-leyes, estos han merecido mi atención. El RDL 7/2013, cuyo título simplifico ahora con “regulación del subsidio por desempleo”, fue sin duda uno de ellos y así ha quedado plasmado en algún artículo en mi blog.
En segundo lugar, uno de carácter político. Me cuesta mucho digerir, dadas las amplísimas diferencias ideológicas existentes, al menos entre PP, VOX y UPN, por un lado, y Podemos, por otro, las justificaciones de cada una de las fuerzas políticas que votacon en contra de la convalidación de dicho RDL en la sesión plenaria del Congreso el miércoles 10 de enero. No llegué a pensar en ningún momento, y vean que me equivoqué completamente, que esto sería posible en la votación del texto.
Y, en tercer lugar, uno relativo al fondo o contenido de la norma, siempre, repito, en lo que se refiere a la regulación del subsidio por desempleo. Como toda norma que requiere un largo proceso de elaboración existen diferentes fases que pasan por amplios desacuerdos, que poco a poco se deben ir suprimiendo para llegar a un texto que, sin ser el deseado por ninguna de las partes que han participado en el debate político previo, pueda ser votado por las fuerzas políticas que apoyan al gobierno. La reflexión es obvia al caso español, pero es perfectamente extrapolable a cualquier realidad política en la que la inexistencia de mayorías absolutas en el Parlamento obliga a la búsqueda de acuerdos para alcanzar los objetivos perseguidos.
Estos desacuerdos fueron públicos, y no negados por ninguna de las partes afectadas, entre el Ministerio de Economía y Competitividad, por un lado, y el de Trabajo y Economía Social, por otro. Después de varias semanas de discusiones, se llegó a un acuerdo que estoy convencido de que no satisfacía totalmente a nadie, pero que era el resultado de la búsqueda de un necesario acuerdo en el seno de un gobierno de coalición.
Después, aparecieron públicamente las discrepancias manifestadas por Podemos sobre un apartado concreto del RDL, el dedicado al subsidio por desempleo para mayores de 52 años y los cambios habidos en la regulación anterior respecto a las bases de cotización, en concreto la progresiva reducción desde el 125 % actual, gradualmente, para llegar al 100% en 2028.
No es un artículo breve como este el lugar adecuado para adentrarse en el debate de esta medida, cuya modificación solicitó Podemos para votar afirmativamente la convalidación del RDL, aunque sí lo es para que manifieste que la norma en su conjunto era un avance muy importante para la protección de las personas en paro, y que hubiera sido conveniente, tras la crítica, solicitar la tramitación parlamentaria como proyecto de ley para intentar llegar a un acuerdo que, sin satisfacer completamente a ambas partes , sí permitiera su definitiva aprobación como ley. Pero sí puedo remitir a artículos en los que se argumenta que fue un claro error , y otros que critican ese recorte aun cuando concluyen que debió votarse sí a la convalidación.
Finalmente, el RDL fue derogado, y el miércoles 10 de enero fue un día que pasará a la historia como aqurl en el que las personas desempleadas más necesitadas de protección no recibieron la atención, y protección adecuada, por parte de un grupo importante de diputados y diputadas. No conviene olvidar tampoco que queda derogada la mejora del permiso por lactancia.
CCOO ha explicado en un muy buen comunicado todo aquello que queda derogado, a la par que propone propuestas para evitar que se pierdan las mejoras pactadas y se logre un acuerdo sobre los asuntos conflictivos.
Y ahora, ¿qué? Pues toca “ponerse al trabajo”, “mancharse las manos”, o “ponerse de nuevo manos a la obra”, escojan la frase que más les guste, y sentarse por parte del gobierno con las fuerzas sociales para intentar buscar acuerdos que mantengan lo esencial, y muy bueno, del RDL, y por supuesto acercar posiciones, nunca completamente, en aquellos temas en los que hay desacuerdo. Y tocará, en el terreno político, intentar evitar los egos y los personalismos, y mucho más también los odios personales que llevan más de una vez a tomar decisiones motivadas por rencillas de este tipo que por el interés de las personas a quien va dirigida la norma.
Hay tiempo para conseguir este objetivo, ya que el texto derogado tenía prevista su entrada en vigor en el mes de junio, y creo que sería bueno que se presentara un proyecto de ley que, tramitándose por procedimiento de urgencia, permitiera la su entrada en vigor lo antes posible…, si es aprobado. Para que esto sea posible, además de un acuerdo con organizaciones sindicales y empresariales (con las primeras lo veo muy factible, no así con las segundas,) sería necesario el acuerdo entre las fuerzas políticas que, al menos teóricamente, apoyan al actual gobierno. No ayuda nada en busca de este acuerdo quien ya manifiesta de entrada que sólo votarían afirmativamente si se recoge íntegramente su propuesta de modificación.
¡Ah! Me olvidaba. Si hubiera sido diputado, habría votado SÍ en la convalidación del RDL (por si todavía quedaba alguna duda).
Catedrático de Derecho del Trabajo y Seguridad Social. Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)