La alargada sombra de la gran recesión en la relaciones laborales del sur de Europa
Entre 2008 y 2014, durante la gran recesión, la presión de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) sobre los gobiernos de los países del sur de Europa provocó un enorme desgaste en sus mercados laborales. Más duro y prolongado en Grecia, seguido de Portugal y, finalmente, en España e Italia con una relativa menor intensidad.
Estado y protección laboral
España, Portugal, Italia y Grecia, todos al sur de Europa, tienen un modelo económico y sistemas de relaciones laborales similares entre sí.
En ellos, el Estado ha cumplido tradicionalmente un papel protector del trabajo frente al capital. Primero, garantizando el principio de trato más favorable para el trabajador en el conjunto de normas. Segundo, favoreciendo la intermediación de sindicatos representativos. Y, por último, asegurando la persistencia de las condiciones de los contratos colectivos una vez expirados su plazo de vigencia.
Los sistemas de negociación colectiva de estos países han contado con una alta tasa de cobertura de la negociación colectiva, entre el 70% y 80% de los asalariados.
Por el contrario, y en parte por esa extensa cobertura de la negociación colectiva que fomenta el problema del polizón (por el que unos se benefician del esfuerzo de otros), la afiliación sindical ha sido históricamente baja.
La caída griega
Grecia –con la situación económica más acuciante de Europa– mudó sus instituciones laborales a favor de una profunda desregulación e individualización de las relaciones laborales y una marcada pérdida de derechos sociales.
Las reformas laborales implementadas entre 2010 y 2012 bajo la presión de la troika, permitieron romper con el marco institucional previo. Los convenios de empresa pasaron a prevalecer sobre los convenios sectoriales lo que empeoró las condiciones de trabajo. Las condiciones recogidas en los convenios colectivos cesarían una vez finalizado el periodo de vigencia y no se prorrogarían. Esto constituyó un ataque directo contra la negociación colectiva sectorial, e indirectamente contra los sindicatos.
Las reformas promovieron el cambio hacia un sistema individualizado de relaciones laborales. Las empresas ganaron poder para fijar (y variar a conveniencia) las relaciones de trabajo. Todo esto se justificó en que, así, las empresas ganaban flexibilidad, eso las haría más competitivas y ayudaría a generar más empleo, uno de los problemas graves y crónicos de los mercados de trabajo de estos países.
Patronales y negociación colectiva
El tamaño y fortaleza de las patronales se basan en su participación en los procesos de negociación colectiva sectorial, su poder de negociación para acotar y contener las exigencias sindicales, y en su capacidad de influir en las políticas económicas y laborales a través del diálogo y la concertación.
Las reformas laborales aprobadas durante la crisis en la eurozona hicieron que, para 2013, se viera reducido el número de afiliados a las patronales de los países del sur de Europa. Recientes investigaciones muestran dos cuestiones fundamentales:
- La importancia de la negociación colectiva sectorial para la afiliación de las empresas a estas organizaciones. Esto relaciona directamente la afiliación con la negociación colectiva. En Grecia, donde la negociación colectiva ha colapsado, la afiliación de las empresas a estas organizaciones se ha desplomado y permanece en tasas muy reducidas.
- La mayor afiliación y la relevancia dentro de las organizaciones empresariales de las grandes empresas y de las empresas de sectores productivos con alta tasa de cobertura de la negociación colectiva en sus trabajadores. Este factor se relaciona con el uso que hacen las empresas más grandes, dinámicas y digitalizadas de los convenios colectivos sectoriales. Estos convenios sectoriales impiden la competencia por salarios de otras empresas más pequeñas y menos digitalizadas.
Malestar y movilización política
Del malestar ciudadano producido por la precarización del trabajo surgieron movimientos sociales de protesta en España, Portugal y Grecia.
Electoralmente hablando, estos movimientos provocaron el surgimiento de nuevos partidos de izquierda. En Grecia, Syriza llegó a gobernar entre 2015 y 2019.
Los sindicatos se opusieron firmemente a las políticas y reformas que desregulaban y flexibilizaban el mercado laboral, precarizándolo.
Después de la crisis
Pese a la pérdida de derechos laborales producidos por las reformas para paliar los efectos de la crisis de 2008, en prácticamente todos los países del sur de Europa se mantiene la presencia del Estado en la regulación de las relaciones laborales.
Solo en Grecia se produjo una alteración significativa del marco institucional de las relaciones laborales: cayeron las afiliaciones sindicales y la negociación colectiva perdió cobertura. Sin embargo, ni el crecimiento económico ni la productividad del trabajo se vieron favorecidos.
Ante la precarización del mercado laboral de las últimas décadas, ha quedado demostrada la importancia de la representación sindical y de la negociación tripartita (Gobierno, patronales y sindicatos) de las cuestiones laborales.
La cobertura que consiguen los trabajadores a través de la negociación colectiva es una muestra de la importancia que siguen manteniendo los sindicatos. De ahí la importancia de preservarlos. A este respecto, queda pendiente la afiliación de trabajadores jóvenes, dada la precarización del trabajo y el envejecimiento de los afiliados sindicales.
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Artículo publicado originalmente en The Conversation
Profesor de Historia e Instituciones Económicas, Universidad de Sevilla