Pastoral Obrera de Extremadura apuesta por acompañar la precariedad y promover el trabajo decente

Pastoral Obrera de Extremadura apuesta por acompañar la precariedad y promover el trabajo decente
Tras cinco años sin poder celebrarse, el pasado octubre tuvo lugar el XXII Encuentro de Pastoral Obrera de Extremadura, en la parroquia de Guadalupe de Cáceres, que ha servido para reforzar la apuesta por acompañar a las personas más vulnerables del mundo del trabajo y colaborar en la construcción de alternativas que promuevan el trabajo decente.

El exmilitante de la JOC y antiguo dirigente de CCOO en la región, José María Izquierdo, fue el encargado de esbozar unas breves pinceladas sobre la realidad del mundo laboral de Extremadura, marcada por la desindustrialización, la precariedad y desigualdad, ante un nutrido grupo de militantes de los movimientos obreros de Acción Católica, miembros de equipos de pastoral obrera, agentes de pastoral de distintas parroquias firmemente comprometidos con asociaciones vecinales, sindicales y eclesiales.

Con una tasa de desempleo de 16,5%, cinco puntos más que la medía del país, según la EPA del tercer trimestre de este año y un 36,9% de la población de la región en riesgo de exclusión y pobreza, Extremadura está ahondando en su situación de “periferia obrera” no solo geográfica, sino también existencial, a lo que se suma una baja tasa de actividad, debido a que cada vez más personas pierden la esperanza de encontrar un empleo.

El avance de la desindustrialización y la terciarización de la economía está agudizando la precariedad, la marginalidad y la desigualdad, tanto dentro de la comunidad autónomo, como con respecto a España y Europa. La situación de las personas y familias trabajadoras se caracteriza por una alta rotación, salarios entre los más bajos del país y precariedad persistente, que incide especialmente en jóvenes, migrantes y mujeres.

“Sabíamos que éramos una periferia, pero en estos años en vez de avanzar hemos retrocedido, no tenemos infraestructuras dignas que nos comuniquen con otros territorios, las organizaciones sindicales cada vez son más débiles, al tiempo que surgen nuevas organizaciones claramente corporativas”, comenta el delegado de Pastoral Obrera de Coria-Cáceres, Miguel Ángel González Saiz.

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Sin embargo, “como cristianos enviados al mundo del trabajo, seguimos empeñados en dar testimonio y apoyo en medio de las dificultades y de las crisis, en vínculos de fraternidad”, apunta Miguel Ángel, quien señala que más que el número o las simpatías de otros estamentos eclesiales, “lo importante es mantener la presencia activa en la búsqueda de soluciones justas junto con otras personas y organizaciones”.

“En medio de las dificultades y las sucesivas crisis, como Pastoral Obrera tenemos claro que debemos apoyar y acompañar a las familias en exclusión y promover el empleo digno”, apunta el delegado episcopal, para quien la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente se ha convertido en un punto de encuentro prometedor que ya está permitiendo la colaboración con otras realidades eclesiales.

En el encuentro de la pastoral obrera extremeña, se hizo patente, según el delegado, la necesidad de “implicar a más grupos y más personas que por ahora no tienen en sus planteamientos el trabajo decente o tienen una mirada diferente que puede ayudarnos a todos en la búsqueda de alternativas avanzando en sinodalidad”.

“Queremos ser respuesta a la llamada al Pueblo de Dios a trabajar por una sociedad digna, justa y fraterna”, confiesa González Saiz, quien concreta que el pasado encuentro ha sido un impulso para “fortalecer los equipos de vida, para insistir en la revisión de vida, para explorar las posibilidades de la digitalización, para apostar por la formación…”.

“Hace falta mejorar nuestra presencia en la vida pública, desde los planteamientos de la doctrina social de la Iglesia, proponer y construir, dentro de nuestras posibilidades, alternativas, apoyándonos en la coordinación con otras realidades diocesanas, sin renunciar al empeño de abrir las instituciones a las personas más vulnerables ”, concluye González Saiz.