El obispo de Canarias considera una necesidad “acuciante” asegurar condiciones saludables de trabajo
Con motivo del próximo 7 de octubre, la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que la Iniciativa Iglesia por Trabajo Decente dedica a defender que “un trabajo decente tiene que ser un trabajo saludable”, el obispo de Canarias, José Mazuelos Pérez, ha escrito una carta pastoral en la que invita a promover el “trabajo decente y justo como una manifestación concreta de nuestro compromiso cristiano con la justicia y la solidaridad”.
El prelado ha querido “subrayar la necesidad de crear un trabajo saludable”. “Necesidad que se hace acuciante cuando observamos algunos datos de nuestra comunidad autónoma de Canarias donde se notificaron 26.620 accidentes de trabajo o la persistencia de las enfermedades profesionales, sobre todo en el sector servicio”, apunta. Ante esta realidad, el titular de la diócesis canaria considera que estamos obligados “a despertar la conciencia social para promover el derecho a un empleo saludable”.
Según defiende en la misiva, “un trabajo saludable es aquel que proporciona un ambiente laboral que promueve y protege la salud física, mental y emocional de los trabajadores”, que se caracteriza por condiciones laborales que minimizan los riesgos para la salud”, así como por “prácticas que fomentan un equilibrio entre la vida laboral y personal”.
Mazuelos Pérez es consciente de que “en muchas partes del mundo, las condiciones laborales son precarias, los salarios son insuficientes para cubrir las necesidades básicas y la explotación laboral es una realidad dolorosa”, por lo que reitera que “como cristianos, estamos llamados a ser defensores de los derechos de los trabajadores y a trabajar en la construcción de una sociedad en la que el trabajo decente sea una realidad para todos.”
Así, el responsable eclesial detalla que “la opción de la Iglesia por un trabajo decente implica el apoyo de las iniciativas locales que promuevan el trabajo digno, como programas de empleo para personas en situación de vulnerabilidad y demandar un trabajo saludable mediante la implantación y el cumplimiento de los medios de prevención de riesgos laborales que defiendan la vida en el trabajo”. Sin olvidarse de reclamar a las instituciones y administraciones públicas un “compromiso para la humanización del trabajo evitando la exclusión y la precariedad”.
Además, pide a la comunidad cristiana que muestra la solidaridad “con aquellos que enfrentan condiciones laborales injustas y buscar maneras de apoyarlos, ya sea a través de donaciones, voluntariado o apoyo emocional”, recordando que “todos estamos llamados a ser agentes de cambio promoviendo un trabajo decente y construyendo un mundo en el que cada persona pueda vivir con dignidad”.
Con san Juan Pablo II, insiste en “el trabajo es una dimensión esencial de la vida humana y que debe ser valorado y protegido como un medio para la realización personal y el bienestar de la sociedad” y recuerda las palabras del papa Francisco, en Fratelli Tutti recordándonos que “somos hermanos y hermanas y que debemos trabajar juntos para crear una sociedad en la que todos tengan la oportunidad de vivir y trabajar con dignidad”.
De este modo, Mazuelos Pérez, admite que “como comunidad de fe, podemos contribuir de diversas formas en la promoción del trabajo saludable: mediante la oración. pidiendo por todos aquellos que luchan por encontrar un trabajo decente y por aquellos que trabajan en condiciones injustas; pidiendo a Dios que ilumine a los líderes y legisladores para que promuevan políticas laborales justas; y educando a nuestra sociedad y a nuestros jóvenes fomentando en nuestra comunidad la conciencia sobre el trabajo decente a través de charlas, seminarios y
reflexiones.
Termina su carta, pidiendo la intercesión de Nuestra Madre la Virgen María, en su Advocación de Ntra. Sra. del Pino, “para que nos ayude y aliente en el compromiso por la búsqueda del
Trabajo Decente”.
Redactor jefe de Noticias Obreras