Sánchez-Cuenca, en el Congreso de Teología: “La tecnología y el individualismo están restando legitimidad a la democracia”
El politólogo, sociólogo y filósofo Ignacio Sánchez-Cuenca, en su intervención en el 42 Congreso de Teología, atribuye la degradación de las democracia en todo el mundo a la crisis de las intermediaciones sociales.
Las amenazas actuales a la democracia, en su opinión, tienen su origen en el desprestigio y mal funcionamiento de las instituciones llamadas a intermediar entre la ciudadanía y las instituciones donde se toman las decisiones colectivas, fundamentalmente, los partidos políticos y los medios de comunicación.
“La extrema derecha sabe recoger el malestar creado por la falta de confianza en el sistema político”
De este modo, “la crisis de la intermediación tiene consecuencias negativas generales para el funcionamiento de la democracia”, denunciaba Sanchez-Cuencia, quien también notó que “curiosamente, o quizá no tan curiosamente, tiene un efecto de recompensa para los partidos de extrema derecha, que saben recoger el malestar creado por la falta de confianza en el sistema político”.
Así la combinación de los avances tecnológicos, que están acabando con las intermediaciones clásicas, y el individualismo hipertrofiado por el neoliberalismo, que produce un rechazo casi visceral en muchos casos de las agencias intermediadoras que se articulaban jerárquicamente, está teniendo consecuencias devastadoras, no intencionadas ni previstas por nadie en particular, sobre las democracias actuales.
Aunque las crisis económicas, el aumento de las desigualdades y el pesimismo de las generaciones más jóvenes han dejado sentir su influencia en el desprestigio de las instituciones, no lo explican todo, ni desvelan este otro factor tan determinante, a su juicio.
Entre otras cosas, porque antes de la irrupción de la globalización, Italia asistió a la llegada de un personaje como Berlusconi y en países con buenos resultados económicos e incluso fortalecimiento de sus clases medias, como Polonia, Brasil o la India, han aparecido también líderes con tendencias autocráticas que cuestionan las reglas y valores de la democracia.
La desconfianza en las intermediaciones está detrás de la crisis de legitimación del papel de los partidos, una de cuyas funciones principales, por más que apenas se hable de ella, es “reducir la multidimensionalidad del espacio político que por la naturaleza es caótico, hay demasiados temas y demasiadas perspectivas sobre asuntos sobre los que decidir”.
Sánchez-Cuenca alertaba de que al no ordenarse debidamente el debate público, corremos el riesgo de acabar “perdidos en discusiones interminables sin poder establecer, con un mínimo de rigor, las consecuencias de las decisiones que tomamos entre todos”.
Además, el profesor añadía la corrupción, más visible en sociedades transparentes como la nuestra, la colusión entre partidos diferentes que acaban comportándose de la misma manera y el abismo entre las promesas y la práctica real de los gobiernos como otros factores que han contribuido al descrédito de los partidos políticos.
Un descrédito que también afecta a los medios de comunicación que están siendo sustituidos progresivamente por las redes sociales. “Si los partidos organizan la agenda política, los medios organizan el debate público en la esfera pública”, señalaba, por lo que “cuando la gente pierde la fe o la confianza en los grandes medios, por sus servidumbres económicas o por las razones que sean, el hecho es que el debate se vuelve más horizontal a través de las redes sociales”, algo que con el paso del tiempo se ha revelado como perjudicial para la calidad de la deliberación pública.
“Las redes sociales han traído la polarización, las cámaras de eco, el sectarismo, el extremismo y la descalificación de quien no piensa igual”
Lo que “en un primer momento despertó esperanzas de una democracia más robusta, más vigorosa, ha traído la polarización, con la creación de cámaras de eco, con el sectarismo, con el extremismo en las posiciones adoptadas y con la descalificación de quien no piensa igual”. También el papel de los expertos y las agencias certificadoras están en cuestión, por lo que “florecen las teorías conspirativas”.
“¡Quién nos iba a decir cuando comenzó Internet que la consecuencia de la abundancia y de la saturación de información iba a llevar, no a que las personas estuvieran más informadas, sino que las personas creyeran lo que quisieran creer!”
En este contexto, afirma el profesor, “se está beneficiando la extrema derecha”, tal vez, porque “son justamente estos partidos los que consiguen ilusionar a personas decepcionadas con la democracia representativa clásica o tradicional”.
“La crisis de la intermediación está provocando una disolución o una ruptura de las normas sociales que establecen qué es lo que resulta respetable pensar, decir y argumentar en una sociedad”, ha añadido.
“Cuando se rompen los vínculos entre los ciudadanos y sus representantes también se están rompiendo los vínculos entre los propios ciudadanos”
“Cuando se rompen los vínculos entre los ciudadanos y sus representantes también se están rompiendo los vínculos entre los propios ciudadanos, los propios ciudadanos se refugian en pequeñas comunidades de personas que piensan lo mismo y que ya no están sometidos a unas normas sociales mayoritariamente compartidas”
Definitivamente, “todo esto produce un debilitamiento de los vínculos colectivos y solidarios es decir, con otras palabras, si no hay intermediarios, cada uno se ve en manos de sí mismo, cada uno se ve con la necesidad de salir adelante como pueda”.
“Si se rompen las cadenas de solidaridad y las cadenas de reciprocidad en esta especie de “sálvese quien pueda, los partidos que ofrecen un mensaje coherente con esa situación de “no hay alternativa”, “el sistema no funciona”, “tenemos que salvarnos cada uno como podamos y pisar al que tenemos debajo”, aparece ese individuo empoderado, desconfiado e insolidario, excluyente y egoísta, que termina optando por los partidos de la extrema derecha”, concluyó.
Redactor jefe de Noticias Obreras