La diócesis de Madrid pide vías seguras para las migraciones y libertad para elegir migrar o no
La Iglesia madrileña ha presentado hoy la situación de las personas que tras abandonar sus países de origen viven entre nosotros, en un encuentro con los medios de comunicación con motivo de la Jornada del Migrante y el Refugiado que la Iglesia celebra este domingo, 24 de septiembre
Varias personas que integran la Mesa de la Hospitalidad de la diócesis de Madrid han intervenido para exponer las principales denuncias, propuestas y acciones de la Iglesia madrileña en torno a la situación de las personas que tras abandonar sus países de origen viven entre nosotros.
El profesor de la Universidad Pontificia Comillas, José Manuel Aparicio, en referencia al mensaje del Papa Francisco, “Libres de elegir si migrar o quedarse”, ha explicado que, “en términos migratorios”, la libertad de la persona supone “el derecho a no tener que emigrar”, un reconocimiento y cumplimiento que significaría, en su opinión “la medida más inteligente para la regularización de los flujos migratorios” y la única manera de que la migración sea una «opción» y no una obligación.
Además, ha especificado que las personas que emprenden camino a otros países en busca de una vida mejor, “lo hacen con una cultura”. El profesor ha apuntado que los “escenarios de intercambio cultural” pueden ser ocasión para lo que el Papa Francisco denomina “cultura del encuentro”. Ante esta evidencia, ha reclamado “una reflexión y un trabajo que permitan orientar la fuerza de esta cultura del encuentro hacia escenarios de progreso y bienestar”.
La responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, Tíscar Espigares, se ha lamentado de que las migraciones no se enfoquen como “una oportunidad de desarrollo para los países tanto de origen como de destino” y ha pedido “diseñar vías legales y seguras de entrada para los migrantes”, dado que “en el tema de las migraciones se juega el futuro de nuestras sociedades europeas”.
Al tiempo, ha denunciado que casi 59.000 personas han perdido la vida, según los registros, desde 2014 en el Mediterráneo, más de los 4.000 solo en lo que va de 2023. Entre otras razones, según Espigares, porque “la Unión Europea ha privilegiado una política de defensa y externalización de fronteras, tratando las migraciones más como una cuestión de seguridad que como una cuestión humanitaria”.
La responsable de las visitas a los CIE en Pueblos Unidos, Ana Bosch, ha denunciado que las personas migrantes que conviven en nuestra sociedad parecen “invisibles”, por lo que ha abogado por reconocer “su dignidad intrínseca” como personas «y otorgarles los derechos y deberes que la sociedad define para sus miembros”.
“Nuestras sociedades tienen la responsabilidad de trabajar para crear estructuras jurídicas sólidas que garanticen y respeten los derechos fundamentales de todos”, ha añadido, lo que debe concretarse en la eliminación de las barreras administrativas y la implantación de las condiciones para “el ejercicio de sus derechos más básicos”. Además, ha advertido de que “no podemos tolerar un tratamiento inhumano a las personas migrantes, ni aunque sea a través de nuestro silencio”.
Frente a estas políticas, el delegado episcopal para la Pastoral de Movilidad Humana, Rufino García, ha defendido iniciativas como la Mesa por la Hospitalidad, y ha presentado proyectos como el de acogida de emergencia a migrantes y refugiados, que ha ayudado hasta ahora a más de 1.000 personas, las siete capellanías de habla no hispana, la pastoral inmigrantes de habla hispana; el acompañamiento y la acogida humana y religiosa a los internos del CIE, además del trabajo en red con otras entidades civiles y eclesiales.
También ha explicado los criterios fundamentales que guían la intervención de la Iglesia madrileña en este campo: calidad y calidez en la acogida; y la apuesta por la inclusión siendo las personas inmigrantes las protagonistas. Para acabar su intervención, ha animado especialmente a toda la diócesis a poner en práctica la acogida, la hospitalidad y la inclusión, para lo cual se ha elaborado el documento “El actual momento migratorio: puntos críticos y retos”, además de otras guías orientativas.
“Migrar no es fácil, en ningún sentido”, ha confesado Laura Facal, quien llegó desde Argentina hace cuatro años junto con su marido y sus dos hijas, y encontró apoyo en Cáritas Diocesana de Madrid y la Mesa de la Hospitalidad. “Empezar de cero en un país implica encontrar una familia nueva, porque la familia es la base de lo que somos”, ha comentado. “pero todos podemos ayudar a los que llegan prestándote como persona”.
Redactor jefe de Noticias Obreras
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