Promover el cuidado de la creación en la Iglesia
La publicación de la encíclica Laudato si’ ha marcado un punto de partida para integrar en nuestra acción cristiana la conservación de la naturaleza. No es que no hubiera estado antes, pues, por ejemplo, ya san Francisco nos animaba a amar y alabar la naturaleza. Sin embargo, ahora disponemos de un mandato, una misión que nos encomienda el mismo Papa.
Desde Cáritas parroquial de Virgen del Camino y San Andrés, en Málaga capital, comenzamos a crear un pequeño grupo de conversión ecológica del arciprestazgo de San Patricio (uno de los 16 en que se divide la diócesis), partiendo de nuestras realidades y medios.
Desde el principio nos dimos cuenta de la necesidad de generar un despertar de la comunidad cristiana a trabajar en el día a día por el cuidado de la casa común. A veces, ocurre que cada uno está centrado en su ámbito de actuación y no termina de ver más allá. Corremos el riesgo de olvidar que nuestras acciones de caridad, adoración, liturgia…, todas y cada una de ellas, transcurren sobre este planeta. Nada de lo que le pase a la Tierra nos es ajeno.
Por eso, queríamos infundir en los corazones de nuestros hermanos y hermanas el deseo y la necesidad de hacer más por la naturaleza. Una de las prioridades era ayudarles a entender que nuestros actos en el hemisferio norte, si no son comedidos, tienen efectos devastadores sobre la naturaleza y los complejos procesos que alberga. Hacer ver que las distintas crisis que hemos provocado, como la climática, la de biodiversidad o la de residuos, tienen un impacto mucho mayor en los países pobres que en los ricos, sin olvidar que las consecuencias globales las padecemos todos.
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Biólogo. Coordinador de la Oficina Técnica del Comité Español de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN)