Palabras melifluas y puño de hierro: el Dicasterio interpela al Sínodo

Palabras melifluas y puño de hierro: el Dicasterio interpela al Sínodo
FOTO | Bild: KNA/Harald Oppitz
El Dicasterio para la Cultura y la Educación niega el nihil obstat a la elección como decano del profesor Martin Lintner, contradiciendo el espíritu del Sínodo pero también el de Amoris laetitia y Veritatis gaudium. Un desafío que nos permite vislumbrar escenarios irreconciliados sobre la sexualidad no menos que sobre la dinámica sinodal. Sin embargo, no puede silenciar la reflexión o hacer vana la esperanza.

A menudo se me ha ocurrido señalar los temores sobre las censuras de la antigua Curia romana como fantasmas, y ahora estaba aún más convencida, con su reforma (Constitución Apostólica Praedicate evangelium). Debo admitir que el fantasma, como en los tiempos más oscuros de la censura, ha encontrado carne suficiente para firmar una medida que está causando revuelo y recibiendo muchas respuestas.

Este candidato para decano no tiene nada que hacer…

Esta es la historia. El pasado 22 de noviembre, el profesorado del Estudio Teológico Académico de Brixen eligió como decano al profesor Martin Lintner, profesor de teología moral, expresidente de la Sociedad Europea de Teología Católica (2013-2015), de la Red Internacional de Sociedades Teológicas Católicas (2014-2017) y de la Asociación Internacional de Teología Moral y Ética Social (2017-2021), miembro del Comité de Ética de la Provincia de Bolzano, autor de numerosos estudios y religioso de la orden de las Siervas de María.

Los estatutos, sin embargo, prevén la aprobación, todavía llamada nihil obstat, por el Dicasterio Vaticano para la Cultura y la Educación (la anterior Congregación para la Educación Católica), que debe ser comunicada al obispo de la diócesis, así como al Gran Canciller de la institución teológica en cuestión, en este caso, Mons. Ivo Muser. La carta recibida es confidencial, pero los colegas del Estudio Teológico han emitido un comunicado de prensa en el que dicen que el nombramiento no ha sido aprobado y expresan su desacuerdo, el deseo de llegar a una aclaración y la plena solidaridad con el colega.

Tal vez en el escrito secreto habrá matices y giros de palabras para acompañar la sanción, pero la cosa ya es triste y suficientemente clara, en su oscurantismo. Lintner, conocido por la profundidad de su pensamiento y por la dimensión radical de la paz que lo impregna, comunicó su decisión de no apelar, compartida por el obispo Muser, quien al mismo tiempo también comunicó sobriamente las razones de la negación del Vaticano: los escritos de Lintner sobre la sexualidad.

… ¿O son ciertos métodos los que deben terminar?

Roma locuta, ¿se acabó la causa? ¡En absoluto! Por supuesto, en primer lugar por la renovada estima por Martin Lintner y por la solidaridad con él. Pero hay más, porque somos todos nosotros: trato de enumerar algunas razones.

En primer lugar, lo que está en juego es la esperanza de los estudiantes de teología a los que proponemos caminos serios y documentados, pero abiertos a la reflexión, a las preguntas y a la renovada hermenéutica que la realidad nos invita a poner en práctica. Esta es quizás la herida más grande que causa esta medida: una reciente intervención del padre Martin tuvo como tema la inclusión: vulnerabilidad y relacionalidad, y debe ser meditada cuidadosamente.

En segundo lugar, duele la motivación que se vislumbra, como cuando en el flamenco la bailaora se levanta la falda solo por un momento: es una vez más la sexualidad. ¿Cuál y cómo? El gesto que acabamos de mencionar no dice nada más, tal vez con la esperanza irrazonable de que “no te leerán de ahora en adelante”. Pero este no es el caso, ya no lo es.

¿Alusiones numinosas y ominosas a qué? ¿Divorciados y vueltos a casar, parejas del mismo sexo? Quizás. Sin embargo, sea lo que sea, sabemos que la lengua golpea donde duele la muela, y también en el camino sinodal alemán el texto sobre la sexualidad había sido rechazado. Todavía estamos ahí, pero no podemos quedarnos ahí, porque hay demasiadas cosas que deben considerarse nuevamente, con la calma y la profundidad que siempre ha distinguido a Lintner, por supuesto, pero también con extrema determinación.

Otra herida se refiere precisamente al desafío que esta medida lanza al actual Sínodo: censura en lugar de escuchar, poder secreto en lugar de diálogo, pensamiento rígido en lugar de una reflexión audaz, desconfianza lanzada no solo contra un individuo, sino contra toda una comunidad de teólogos, los de Brixen, por supuesto, pero los documentos alemanes ya están llegando, de la Asociación Internacional de Teología Moral y Ética Social y de la Asociación de Facultades Católicas de Teología.

Una palabra tras otra, una gota tras otra, se convierten en un río, el río en un mar.

Finalmente, duele la duda, lamentablemente no nueva, sobre la perniciosa duplicidad de formas, la afabilidad del discurso público sobre la reforma del corazón y la pétrea de la –presunta– irreformabilidad de las llamadas doctrinas: ¿puede tal sistema mantenerse durante mucho tiempo? No lo creo, no es un buen sistema y ni siquiera es correcto.

Por eso, con estas pocas líneas, otra página y una nueva gota, para que no vuelva a ocurrir que persuasivas palabras de miel envuelvan puños de hierro: nuestra Iglesia, aunque sea un hospital de campaña, se merece algo mejor.

 

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Artículo publicado originalmente en la revista Il Regno de Italia. Traducción al español realizada por Jesús Martínez Gordo