Más de la mitad de la humanidad vive en países que destina más recursos al pago de deudas que a salud y educación
La ONU advierte que la deuda pública en los países más empobrecidos es un “desastre para el desarrollo”.
“La mitad de la humanidad vive en países que se ven obligados a gastar más en el servicio de su deuda que en salud y educación, lo que significa nada menos que un desastre para el desarrollo”, destacó el secretario general de la ONU, António Guterres, al presentar este miércoles un nuevo informe del Grupo de Respuesta de Naciones Unidas a las Crisis Globales.
El estudio Un mundo de deuda señala que 52 países, que representan aproximadamente el 40% del mundo en desarrollo, enfrentan graves problemas de deuda y requieren con urgencia un alivio fiscal. Según el informe, el año pasado la deuda pública mundial alcanzó un récord de 92 billones de dólares, y los países en desarrollo son responsables del 30% de ese monto, una cantidad “desproporcionada”, calificó António Guterres.
“Algunos de los países más pobres del mundo están forzados a elegir entre pagar su deuda o servir a su población. Prácticamente no disponen de espacio fiscal para inversiones esenciales en los Objetivos de Desarrollo Sostenible o en la transición a las energías renovables”, enfatizó Guterres.
El análisis revela que la deuda pública ha aumentado de manera más rápida en los países en desarrollo que en los países industrializados durante la última década. Este incremento se ha debido principalmente a las crecientes necesidades de financiamiento para el desarrollo, exacerbadas por la pandemia de COVID-19, la crisis del costo de vida, la guerra en Ucrania y el cambio climático, y por fuentes alternativas limitadas de financiamiento.
En consecuencia, el número de países con niveles elevados de deuda ha aumentado considerablemente de solo 22 países en 2011 a 59 países en 2022, según detalla el informe. Además, se destaca que el 70% de la deuda del mundo en desarrollo se concentra en tres economías: China, India y Brasil.
Como resultado, los gobiernos de los países más endeudados dan prioridad al pago de los intereses de los créditos sobre inversiones necesarias para el desarrollo, añade el documento. Esto significa que algunos de los países más pobres del mundo se ven obligados a elegir entre pagar su deuda o brindar servicios públicos a su población.
El estudio de la ONU propone una serie de medidas urgentes, incluido un mecanismo efectivo de reestructuración de la deuda que aboga por las suspensiones de pagos, los plazos de préstamo más largos y las tasas más bajas, “incluso para países vulnerables de renta media”, recalcó Guterres.
“La desigualdad está incrustada en la arquitectura financiera internacional y eso debe terminar”, concluye el estudio. El secretario general lamentó que la deuda se haya convertido en “una trampa que simplemente genera más deuda” en vez de ser una herramienta financiera útil.
“Condonen esas deudas”
Sobre la deuda externa y su impacto en los países más empobrecidos, el papa Francisco aborda el tema en Fratelli tutti (cfr. 126).
En la encíclica, Francisco señala que es necesario asegurar el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso. Reconoce que en muchas ocasiones, el pago de la deuda no favorece el desarrollo de los países endeudados, sino que lo limita y condiciona fuertemente. También mantiene el principio de que toda deuda legítimamente adquirida debe ser saldada, aunque el Papa subraya que el modo de cumplir con esta obligación debe hacerse encontrando soluciones justas y equitativas, reconociendo que el pago de esta no debe poner en peligro la capacidad de los países más vulnerables para prosperar y garantizar las necesidades básicas de su población.
“Hablamos de una nueva red en las relaciones internacionales, porque no hay modo de resolver los graves problemas del mundo pensando solo en formas de ayuda mutua entre individuos o pequeños grupos”, plantea Francisco en Fratelli tutti, invitando al desafío de soñar y pensar en una humanidad diferente, basada en los derechos humanos y en una ética global de solidaridad y cooperación. “Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos”.
En este sentido, cabe recordar su mensaje en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, realizado en plena pandemia, en el que el Papa realizó un llamamiento a la solidaridad y a la compasión “en nombre de Dios a los grupos financieros y organismos internacionales de crédito” para que permitieran “a los países pobres garantizar las necesidades básicas de su gente y condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblos”.
Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)