Joan Benach, experto en Salud Pública: «Sin un apoyo sindical y social masivo no podremos combatir la precariedad laboral»
Doctor en Salud Pública y catedrático de Sociología, Joan Benach ha coordinado el Informe sobre la Precariedad laboral y la Salud Mental (PRESME), promovido por el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
¿Qué trascendencia tiene el hecho de que el informe Precariedad laboral y salud mental sea «el primer estudio global impulsado por el Gobierno»? Sobre todo, ¿cabe esperar que esta línea se mantenga dentro de la administración independientemente de los vaivenes electorales?
El Informe PRESME tiene, efectivamente, un carácter pionero, ya que es el primer estudio global impulsado por el Gobierno de un país sobre el impacto que tiene la precariedad laboral en la salud mental. El hecho de que, a estas alturas del siglo XXI, el informe sea original refleja la poca importancia que la investigación social, en general, y la salud laboral, en particular, ha tenido hasta el momento en nuestra sociedad. Además, refleja cómo, más allá de las vicisitudes electorales, casi ningún Gobierno (el actual es, al menos parcialmente, una excepción) se ha tomado realmente en serio la mejora de la generalizada precariedad laboral y sus efectos en la salud mental de quienes la sufren. A pesar de tratarse de dos asuntos sociales cruciales, dadas las correlaciones de las fuerzas económicas y políticas existentes, no parece factible que, sin un apoyo sindical y social masivo, sea posible comprender adecuadamente y abordar con éxito dos cuestiones tan fundamentales como el trabajo y la salud. Los sindicatos, movimientos sociales y partidos políticos sensibles a estas cuestiones deben afrontarlos como una prioridad esencial en la que hay que poner todos los esfuerzos.
¿Cómo se entiende la precariedad laboral y qué indicadores se han utilizado para medirla?
En contraste con las limitadas aproximaciones unidimensionales –centradas únicamente en el tipo de contratación, el grado de inseguridad, etc.–, la precariedad laboral tiene un carácter multidimensional, en el que se incluyen las condiciones de empleo: tipo de contrato o despido, etc., y de trabajo: horarios, intensidad del trabajo, etc. Es también un fenómeno dinámico y complejo que debe entenderse como resultado de las relaciones de poder en el trabajo, donde interactúan múltiples factores económicos, legislativos, políticos, laborales, culturales y ambientales.
El instrumento científico internacional más aceptado para medir la precariedad laboral es el cuestionario EPRES, desarrollado por el grupo de investigación GREDS-EMCONET de la UPF, y que ya ha sido aplicado en muchos países. El EPRES incluye seis dimensiones esenciales: la inestabilidad del empleo (tipo y duración del contrato), bajos salarios, escaso poder de negociación (capacidad de negociación de las condiciones de empleo), vulnerabilidad (relaciones sociales de poder en el lugar de trabajo, con situaciones de amenazas, discriminación, etc.), menos derechos laborales (indemnización por despido, compensación por desempleo, vacaciones, etc.) y la falta de poder para ejercer estos derechos.
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Redactor jefe de Noticias Obreras