Un pacto de rentas para cuidar a los más frágiles
El cardenal Omella, en la inauguración de la sesión plenaria de la Conferencia Episcopal del pasado noviembre, advertía que había llegado el momento de «acordar un gran pacto de rentas que permita a las familias superar con cierta dignidad este tiempo de travesía por el desierto».
Travesía que está impactando de manera profunda en la vida cotidiana de las familias en España. La crisis inflacionaria está dejando a millones de hogares en una situación de intensa vulnerabilidad, solo meses después del profundo envite social que supuso la COVID-19.
La Fundación FOESSA en su investigación El coste de la vida y las estrategias familiares para abordarlo revelaba cómo esta crisis inflacionaria afectaba con mayor intensidad a las familias más vulnerables. Desde el análisis del presupuesto de referencia para unas condiciones de vida digna mostraba que casi el 32% (31,5%) de los hogares se encontraban con dificultades para satisfacer las necesidades básicas. Frente a esta situación, las estrategias de las familias están dirigidas a evitar gastos esenciales: calefacción, dietas especiales, gastos sanitarios, etc.
Es indudable que las crisis afectan a toda la población, pero no de forma simétrica. La Gran Recesión (2009), la crisis pandémica (2020) y la crisis inflacionaria (2022) siendo procesos estructurales afectan de forma más intensa a las poblaciones más vulnerables. Es en este contexto de intensa alza de precios y profunda vulnerabilidad en el que surge la propuesta de un pacto de rentas.
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Profesor de Ética
Universidad Pontificia de Comillas