La precariedad laboral

La precariedad laboral
La precariedad laboral. Nuevas rupturas de los vínculos sociales en la sociedad actual

Asumir los cuidados como un reto nos llama a situarnos en la perspectiva más amplia del cuidado como dimensión y característica central de nuestro ser y vocación como personas, en la “cultura del cuidado” en la que tanto insiste el papa Francisco: “Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos”. “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo” (Laudato si‘, LS, 202 y 229). La responsabilidad de cuidar. Los cuidados son una expresión de ello.

Cuidar a las personas, a la sociedad y al planeta, cuidar la creación, cuidar la casa común y la familia humana que la habitamos, requiere de cuidados a las personas, pero también de cuidar las relaciones y estructuras sociales ante tanto descuido estructural de la vida. La perspectiva del cuidado demanda cambios profundos en nuestra sociedad.

En este sentido, el cuidado hay que situarlo también en la perspectiva de lo que la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) llama “caridad política” y que el papa Francisco expresa así: “El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor” (LS 231). “Un  individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política” (Fratelli tutti, FT, 180).

El mundo del trabajo está profundamente necesitado de cuidado, en un mundo “donde el trabajo no se considera con la dignidad que tiene y que da” (Francisco, Encuentro con el mundo del trabajo en la visita pastoral a Génova, 27/05/2017). Lo está ante tanto descuido de las personas trabajadoras, un descuido estructural. El modelo de la precariedad laboral es una expresión importante de ese descuido. Entre otras cosas por lo que supone de ruptura, o mejor, de debilitamiento, de vínculos fundamentales para las personas y para la sociedad.

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