Benedicto XVI y el trabajo humano

Benedicto XVI y el trabajo humano

Tras la muerte del papa emérito se han publicado multitud de palabras sobre su magisterio al frente de la Iglesia.

Me gustaría resaltar un aspecto que no he encontrado mucho ni antes de su muerte ni después –no he podido leer todo lo publicado– y que para quienes vivimos la fe en Jesús de Nazaret y, especialmente para los militantes obreros cristianos, es una aportación importantísima, que desde que la formuló en la encíclica Cáritas in veritate, nos viene ayudando mucho en nuestra militancia en el trabajo y en las organizaciones obreras para, junto a otros, luchar por construir un trabajo decente.

En el número 63 de la encíclica lo define así:

“…Pero ¿qué significa la palabra «decente» aplicada al trabajo?”

Si juntamos los aspectos de su definición y la realidad existente veremos que todos podemos hacer algo para mejorar la vida de muchos en el trabajo:

“Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer¡Cuánto necesita el trabajo liberarse de la dictadura del mercado, la productividad, la explotación, …, de ser estable, repartido, respetuoso con la vida y el planeta!

“Un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad”. ¡Qué lejos está el grueso del trabajo de tener en cuenta la totalidad de necesidades, potencialidades y aspectos que conforman la originalidad de todas y cada una de las personas para que su labor redunde en beneficio de todos!

“Un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación”. Salarial, de género, color, procedencia, cargas familiares, aspecto…

“Un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar”. Hemos normalizado salarios flexibles y que los dos progenitores trabajen para afrontar los gastos vitales de la familia: vivienda, energía, alimentación, etc., endosando el cuidado de los hijos a los abuelos o actividades extraescolares. Aquí no podemos dejar de mencionar y denunciar lo enormemente extendida que está la explotación infantil en el mundo.

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“Un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz”. Es alarmante la frecuencia de noticias que refieren posibilidades de contratación laboral, con horarios y condiciones ilegales, entre ellas, que la persona contratada se mantenga lejos de los sindicatos.

“Un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual”. Hoy es enorme la cantidad de personas que trabajan lejos de donde viven sus familias, sus amistades, lejos de sus ambientes vitales y de relación, lo que produce desapegos, frustración y desarraigo.

Un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación”. Podemos ver a nuestro alrededor multitud de hombres y, especialmente mujeres que malviven con pensiones ínfimas, a pesar de haber trabajado toda su vida.

A la Iglesia y concretamente a los militantes de la HOAC nos viene ayudando mucho esta definición del trabajo decente hecha por Benedicto XVI, pues de forma sencilla, uniendo razón y fe, expresa lo que anhelamos para las personas del trabajo desde la perspectiva de los hijos de Dios, de manera que puede ser compartida por creyentes y no creyentes. Construir un trabajo decente puede y debe ser tarea de toda la sociedad, objetivo en el que cada persona puede implicarse desde su situación o realidad concreta y así, trabajar por todos.