A propósito de la fe y la cultura

Hace 25 años se inauguraba en Bilbao el Museo Guggenheim. Durante el pasado mes de octubre se han ido sumando celebraciones, conmemoraciones, intervenciones desde el mundo cultural, económico, político…

Se recordaban las muchas críticas y objeciones que en un momento, especialmente complejo y desde diferentes sectores, se planteaban. En pleno desmantelamiento industrial, la imagen de la voladura de las chimeneas de Altos Hornos de Bizkaia es todo un símbolo.

Se demandaban inversiones ante las situaciones de exclusión y desempleo crecientes, la desatención en los barrios, fomentando otras formas de cuidar y potenciar la cultura, en contraposición a una obra faraónica. La globalización del mercado, el sistema neoliberal se iban afianzando con pasos de gigante. Hoy vemos como la cultura se ha convertido en tractor económico (el llamado efecto Guggenheim). Hemos pasado a ser una ciudad de servicios, con 438.973 turistas entre los meses de junio y septiembre. Bilbao es ejemplo de trasformación urbana.

Si echamos la vista atrás, ¡cuántos cambios se han producido en este tiempo! No solo los edificios. Han cambiado las personas que pasean por nuestras calles, las costumbres, las ideas, los valores… ¿Podemos hablar de cambio cultural?

Recordando la definición de cultura más comúnmente aceptada, cultura es: «todo aquello que el ser humano, socialmente, ha construido a través de la historia como mecanismo de respuesta a sus necesidades y deseos, de adaptación al medio y de orientación de su existencia. En este sentido, la cultura incluye la moral, las leyes, las instituciones sociales, el arte, el pensamiento, la ciencia, la técnica, los valores, las creencias, las costumbres, los modos de vida…».

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Maite Valdivieso

Militante de la HOAC.
Responsable de la Pastoral Obrera de la diócesis de Bilbao y miembro del Consejo Asesor de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española.