Trabajadores cristianos apoyan a los trabajadores de Schneider
Trabajadores cristianos de la diócesis de Getafe, donde se encuentra la planta de Griñón en manos de Schneider, han mostrado su solidaridad ante los intentos de la dirección de deslocalizar la producción.
La plantilla lleva meses reclamando una solución para esta fábrica con 50 años de existencia en la población del sur de Madrid. A sus concentraciones a las puertas de la factoría y las manifestaciones que han convocado ha asistido una representación de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).
“Como parte del mundo obrero, entendíamos que debías estar ahí por solidaridad y porque están en juego la justicia y muy especialmente el trabajo digno asociado a la industria”, ha declarado Luis Rodríguez, presente también, en la manifestación de Madrid por un pacto estatal por la industria.
La fábrica, que antes de ser comprada por Schneider se conocía como Cabimetal, produce tecnología para la distribución de energía eléctrica, tanto para obras públicas como privadas, un sector de mercado en auge dada la transformación energética en la que nos encontramos.
Sin embargo, la dirección de la multinacional ha decidido dejar de fabricar en Griñón su producto estrella desde hace 30 años, una celda de reparto de media tensión, para encomendárselo a otra planta italiana, lo que implica el despido de 87 trabajadores entre finales de 2022 y principios de 2023.
“Somos competitivos y hay trabajo”
“No es cuestión técnica, ni económica, no se justifica más allá de la política interna. Somos competitivos, damos dinero y tenemos trabajo”, lamenta César Serrano, representante del Comité de Empresa.
“No podemos asistir sin hacer nada al desmantelamiento de nuestro tejido industrial. Parece que nos tenemos que resignar a ser un país de servicios, un sector con mucha precariedad, dedicado solo a recibir turistas que vengan a que se lo pasen bien”, ha apuntado Rodríguez.
Esto ha sido “un golpe de muerte”, porque, según el presidente del Comité de Empresa, “pasaríamos a ser un centro irrelevante de repente y, más pronto que tarde, acabaríamos reducidos a un mero centro logístico y luego al cierre definitivo”.
Desde hace unos años, sufrimos las medidas que toma la dirección como “decisiones estratégicas”, explica Serrano quien rememora que ya “en el 2018 perdimos otra línea de producción y en 2021 sufrimos un serio ajuste de empleo con prejubilaciones, bajas incentivas y cincos despidos”. De hecho, han pasado de ser más de 256 personas trabajadoras a las 181 actuales que temen con razón por su futuro.
La plantilla acumula ya cinco meses de movilización, con huelgas de 24 horas, de media jornadas y múltiples manifestaciones ante las sedes de las instituciones públicas de las diversas administraciones.
La HOAC de Getafe ha ofrecido su humilde apoyo a los trabajadores y les ha pedido modestamente que no limiten su lucha al interior de la empresa porque “están en juego también la justicia y la dignidad”.
Hasta el momento “la empresa ha rechazado cualquier oferta que les ha llegado, incluso de los fondos para la recuperación y se ha negado a comprometerse en el desarrollo de nuevos productos”.
La representación de los trabajadores entiende que ante el desafío climático y la transformación energética, no se puede perder una empresa puntera, por lo que afean a la dirección de Schneider sus hipocresía al vanagloriarse de su “compromiso con el empleado”, su “conciencia medioambiental” y su “responsabilidad social”.
“Con la deslocalización de nuestro trabajo se van a la calle 87 trabajadores y trabajadoras y un número considerable de empleos de las empresas que dependen de nuestra actividad”, denuncia la sección sindical”, al tiempo que la deslocalización supone aumentar el consumo de combustible y la emisión de, por más que la empresa presuma de ser líder en descarbonización.
Igualmente, los trabajadores y las trabajadoras critican su falta de “responsabilidad social”, al poner en peligro “el futuro de muchas familias y profundiza, aún más, en la destrucción de la industria de nuestra región, en concreto la del sur de la Comunidad de Madrid”, con sus decisiones estratégicas.
Un alto porcentaje de la plantilla se encuentra entre los 45 y 50 años de edad, mientras que otro grupo de trabajadores ronda ya los 55 años. La media de antigüedad se acerca a los 15 años.
Los trabajadores de Schneider cuentan con el respaldo sindical, desde luego, y del ayuntamiento de la localidad y otras administraciones que, no obstante, se han limitado a ofrecer su mediación con la dirección. Pero queda por ver que “la presión sea efectiva”.
“Los responsables políticos nos dicen que no se puede hacer nada y aunque podamos entenderlo estamos dispuestos a combatir desde la movilización y la organización una decisión tan injusta”, asevera Serrano.
Redactor jefe de Noticias Obreras