El sueño de comunión del trabajo digno

El sueño de comunión del trabajo digno
FOTO | Vía Cáritas
Muchas personas están sometidas a condiciones laborales indignas, lo que nos llama a luchar contra esta injusticia y a explorar cómo vivir y actuar para transformar esta situación. Este Tema del Mes precisamente ofrece propuestas y prácticas en defensa del trabajo digno (1).

Una invitación que recorre la propuesta de fraternidad que hace el papa Francisco en Fratelli tutti es la llamada a «soñar juntos»: «Seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social». «¡Qué importante es soñar juntos! (…) Los sueños se construyen juntos» (FT 8).

No se trata de «ensoñaciones» o de «espejismos», sino de imaginar otra realidad y buscar construirla juntos. Es una invitación a la esperanza, a caminar en la esperanza. En medio de una realidad tantas veces inhumana, soñar juntos nos sitúa en otra lógica para construir humanidad: «Se trata de otra lógica (…) si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del solo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos» (2).

Se trata de eso, de asumir la responsabilidad de colaborar a construir una realidad más humana si somos capaces de imaginarla y de empeñarnos en construirla día a día. Los sueños de fraternidad se hacen realidad en la forma de vivir y actuar en la realidad cotidiana:

Por eso hablamos de «soñar el trabajo digno construyendo prácticas de comunión». En estas páginas pretendemos ofrecer pistas para ello.

¿Por qué necesitamos defender el trabajo digno?

Defender el trabajo digno es una necesidad vital para las personas y para la sociedad. Para hacer posible la vida de las personas en condiciones dignas y para que la sociedad sea decente, justa y humana, poniendo en el centro la dignidad de las personas y el bien común. Para combatir el empobrecimiento que niega la dignidad de las personas, porque los pobres son frecuentemente «resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien porque se limitan las posibilidades del trabajo –es decir por la plaga del desempleo–, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo» (3). Defender el trabajo digno es defender, como dice el papa Francisco, que «el trabajo sea humano».

La defensa del trabajo digno tiene dos dimensiones inseparables: por una parte, el reconocimiento y la defensa de la dignidad que tiene el trabajo; por otra, la defensa de condiciones dignas de trabajo, que incluye tanto unas relaciones y condiciones de trabajo justas y dignas, como las relaciones sociales que hacen posible las condiciones dignas de trabajo porque protegen a las personas (protección social, servicios públicos, rentas mínimas garantizadas…). Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de las personas» (4).

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