Cartas pastorales de obispos diocesanos con motivo del Primero de Mayo
Con motivo de la festividad de san José Obrero y del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, algunos obispos diocesanos han escrito las siguientes cartas pastorales
— Una economía al servicio de la persona, por Juan José Omella, arzobispo de Barcelona.
“Pedimos de nuevo a nuestros gobernantes, a los empresarios, a los sindicatos y a los diversos agentes sociales un gran pacto para detener el incremento de la pobreza promoviendo un trabajo digno”.
— Ni todo vale, ni todo cuenta, ni todo suma, por Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo-Ferrol.
En opinión de García Cadiñanos, el gran reto social que hay que afrontar es el trabajo, como recuerda el papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti “el gran tema es el trabajo” (162). Y para ello, apunta el obispo, la economía debe estar al servicio a la persona y de su dignidad, por eso, “los sistemas de producción, y el sistema económico que lo sostiene, han de velar por la dignidad del trabajo”.
— Ante el 1º de Mayo, José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela Alicante.
“Sigamos trabajando sin descanso para que situaciones reconocidas como la desigualdad salarial, el empleo juvenil precario, los entornos laborales inseguros, las dificultades de acceso de todos los trabajadores a los mismos derechos, la regularización de los que viven condiciones laborales precarias o el acceso a medidas de protección social para aquellas personas que no puedan acceder a un empleo, sean pronto realidades transformadas en la justicia y caridad por cuantos forman parte y son actores responsables en el mundo del trabajo”.
— San José Obrero, por Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real.
“Hoy es muy fácil hablar del trabajo y del derecho al trabajo de toda persona como medio de mantener su dignidad personal y el sustento de la familia, pero este discurso entra en bastante contradicción con la realidad que estamos viviendo, en la que muchos trabajadores no tienen un puesto de trabajo; que muchos de ellos no pueden llevar ni tener una vida digna porque, al faltarles el trabajo, les está faltando el medio normal y humano de conseguir aquellos medios económicos necesarios con los que poder tener y mantener una vida digna, ellos y sus familias”.
— 1 de Mayo, por Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.
“Animo al Secretariado Diocesano para la Pastoral del Trabajo en nuestra diócesis a que difunda la Doctrina Social de la Iglesia, y nos haga sensibles a las problemáticas que sufren los trabajadores en cualquiera de sus áreas y necesidades. Y animo a los grupos cristianos que trabajan en el mundo del trabajo a que hagan presente la redención del trabajo que Cristo divino obrero ha alcanzado para todos. Un trabajo digno, un salario justo, un trabajo que dignifique a la persona. Nada de esclavitud ni de horarios inhumanos, y menos aún con los más desfavorecidos, que tienen que aceptarlo porque no hay otra cosa”.
— El trabajo en el hogar de Nazaret, por Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca y Jaca.
“Toda injusticia que se comete contra un trabajador es un atropello a la dignidad humana”. El trabajo no es una mercancía ni un instrumento en la cadena de producción de bienes y servicios. El trabajo ha de ser libre, creativo, participativo y solidario.
— Con María en el alma y el trabajo digno en el corazón, por Mario Iceta, arzobispo de Burgos.
“Conscientes de que cualquier injusticia que se lleve a cabo contra el trabajador hunde y deteriora la propia dignidad de la persona, hemos de tener presente que la misión de la Iglesia no termina en la puerta del templo. Cada uno de nosotros somos responsables de la importancia del trabajo, tanto para la vida de las personas, como para el cuidado del prójimo y la construcción de una sociedad fraterna. Y si este no se realiza en condiciones dignas, no viene de Dios”.
Redacción de Noticias Obreras.