El obispo García Cadiñanos urge a fomentar la participación democrática y el trabajo decente

El obispo García Cadiñanos urge a fomentar la participación democrática y el trabajo decente
FOTO | Vía Twitter @mondenedoferrol. Ofrenda floral en el monumento del 10 de Marzo. Fernando García Cadiñanos, segundo por la izquierda, junto a dirigentes sindicales
En un escrito pastoral titulado Ferrol 1972, con motivo de la conmemoración del 50º aniversario de los sucesos del 10 de marzo de aquel año, el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, subraya la urgencia de fomentar la participación para propiciar “una auténtica democracia” y la necesidad de “comprometernos por un trabajo decente”

El 10 de marzo de 1972, Amador Rey y Daniel Niebla, trabajadores de la naval de Bazán, perdieron la vida, abatidos a tiros por la policía franquista, luchando por la dignidad del trabajo, por las mejoras de condiciones de vida, y los anhelos de libertad y democracia. Esta fecha conmemorativa, declarada oficialmente Día de la Clase Obrera Gallega, es el motivo del escrito pastoral de Fernando García Cadiñanos, obispo de diócesis de Mondoñedo-Ferrol, para recordar la historia de aquellos acontecimientos, hacer memoria “y despertar claves fundamentales que no debemos olvidar ni como sociedad ni como Iglesia”.

“Todos somos conscientes del momento convulso que se vivía en aquellos días de ausencia de libertades, de ansias de participación política y sindical, de lucha por la justicia y la dignidad de los trabajadores… Lo vivido durante aquellos meses contribuyó al crecimiento en los valores del movimiento obrero y en la dignidad como pueblo, así como propició también el camino a la democracia. También nuestra Iglesia particular con su obispo supo estar a la altura del momento, acompañando e iluminando los sufrimientos y luchas que se vivían”, recuerda García Cadiñanos.

La urgencia de fomentar una participación democrática

El obispo, sensible a las urgencias de nuestra sociedad y haciendo un paralelismo de los acontecimientos que hoy se conmemoran, llama la atención de dos cuestiones claves: la participación democrática y el trabajo digno.

De la primera, reclama “la urgencia de fomentar una participación que propicie una auténtica democracia” y alerta de un “cierto retroceso democrático”, cuyas consecuencias son el auge de los populismos; la polarización política, que se aleja de diálogo y el acuerdo; el individualismo y “la ausencia de compromiso comunitario, la primacía del bien individual sobre el bien común, la primacía de los intereses económicos sobre las personas”, ha detallado.

“El acercamiento a aquellos momentos históricos nos retrotrae a sueños compartidos, a luchas comunitarias, a esfuerzos de muchas personas, a ideales que motivan. La libertad y la democracia, en lo que supone de lucha por la justicia, ha sido siempre una conquista de cada generación. También ‘la Iglesia aprecia el sistema de la democracia’ (Centesimus annus, 46) y se esfuerza en cultivar aquellos valores que la propician, fundamentan y consolidan: la dignidad y sociabilidad de la persona humana, el bien común, el diálogo y la participación… Solo una buena política contribuye a una ciudadanía activa que consolida una auténtica democracia”, ha expresado.

“Comprometernos por un trabajo decente”

La segunda clave que aborda García Cadiñanos es el reclamo y la necesidad de un trabajo digno, que es el que “se realiza en unas condiciones que respetan en su integridad la dignidad de la persona”. En ese sentido, el prelado denuncia que la precariedad laboral se ha instalado en el sistema de producción, al prevalecer “los intereses del capital sobre el trabajo, primando una visión meramente mercantilista” y, además, se favorece el individualismo en las relaciones laborales, dificultando “una visión más global que beneficiaría al conjunto de los trabajadores, incluidos los que no tienen acceso al empleo”. En este sentido, el obispo plantea que todos debemos “comprometernos por un trabajo decente”.

La dimensión social de la fe

A estas dos claves, el obispo de Mondoñedo-Ferrol añade dos invitaciones para la Iglesia diocesana. La primera de ellas es animar y educar a todo el pueblo cristiano en “la dimensión social de la fe que tanto se propiciaba en aquellos momentos” y que constituyen “un elemento esencial de esta nueva etapa evangelizadora” en el pontificado del papa Francisco.

“La opción por Jesús entraña consecuencias comunitarias y sociales, porque la evangelización es ‘hacer presente en el mundo el Reino de Dios’ (Evangelli gaudium, 176): un Reino que, siendo escatológico, es capaz de generar historia de fraternidad, de justicia, de dignidad, de felicidad y plenitud, de lucha por la inclusión de los pobres… Evadirnos de estos compromisos sociales es edulcorar el Evangelio e impedir la vocación a ser levadura y sal. Una auténtica espiritualidad cristiana, que tanto necesitamos, deriva en la necesidad de tocar la carne de los que sufren”, ha reclamado.

“Estar cerca de la vida de la gente”

Y, junto a ello, profundizar en lo que significa “el gozo de ser Pueblo” (Evangelli gaudium, 268). “Desde mi humilde punto de vista, tenemos que estar orgullosos porque la Iglesia de Mondoñedo-Ferrol de aquel momento supo acompañar providencialmente al pueblo y participar de sus gozos, luchas y esperanzas. Se percibe, en los relatos de los protagonistas, una Iglesia que se sabe pueblo, que está cerca de la vida de la gente, unos pastores que se sienten parte del pueblo… La clave de la encarnación, como característica fundamental de la evangelización, nos lleva a estar permanentemente atentos al camino de nuestro pueblo, sintiéndonos parte de él, acompañando y generando esperanza y luz, desde la certeza de que la historia de la salvación se fragua con los mimbres de nuestra propia historia”.

También puedes leer —  Ferrol | Vigilia de oración por la dignidad del trabajo