Orgullosos de vivir y luchar en un barrio obrero
Tomó el micrófono ante sus vecinos y vecinas y acabó el breve discurso gritando: «¡No quiero cambiar de barrio, quiero que el barrio cambie!», la gente aplaudió con fuerza. Y a continuación: «Estoy orgullosa de vivir en un barrio obrero, pero lo queremos digno y habitable… ¡Viva la Malva-rosa!», y respondieron con un fuerte «¡Viva!».
Tomó el micrófono ante sus vecinos y vecinas y acabó el breve discurso gritando: «¡No quiero cambiar de barrio, quiero que el barrio cambie!», la gente aplaudió con fuerza. Y a continuación: «Estoy orgullosa de vivir en un barrio obrero, pero lo queremos digno y habitable… ¡Viva la Malva-rosa!», y respondieron con un fuerte «¡Viva!».
En realidad, aquel alegato solo lo escucharon unos cuantos centenares de personas que estaban delante de la manifestación, porque eran miles y la megafonía de la asociación vecinal no llegaba mucho más allá. Estaban en «las cuatro esquinas», el lugar emblemático de lucha en el barrio, y las previsiones de movilización se habían desbordado por completo. Casi un tercio de los vecinos y vecinas del barrio estaban en la calle. Y lo hacían un 7 de octubre de 2021, no solo conmemorando el 30º aniversario de las grandes luchas vecinales en su barrio, sino porque las reivindicaciones eran similares a las que produjeron otrora, un barrio digno con servicios públicos fuertes, con plazas dignas en lugar de descampados, sin el mercado de la droga campando a sus anchas por las calles, por alternativas de sociales, culturales, educativas…
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Militante de la HOAC de Valencia