Un año nuevo sin propósitos, metas ni objetivos

Un año nuevo sin propósitos, metas ni objetivos

El modo de latir del corazón del capitalismo no solo pulsa en el ámbito de la economía y de las empresas, sino que, a veces de manera inconsciente y sutil, termina afectando, condicionando e incluso conformando los modos y maneras de organizar nuestro trabajo, nuestras tareas y el conjunto de nuestra existencia.

Determinadas dinámicas de «éxito empresarial» se hermanan e incluso se confunden con los procesos de «desarrollo personal». La vida, entendida y vivida desde el paradigma de un modo muy concreto de organizar la «empresa», convierte el cotidiano vivir en una competencia frenética y ciega en la que el sujeto es al mismo tiempo «amo» y «esclavo», víctima de una especie de «autoexplotación» en la que continuamente se están planteando metas que alcanzar y objetivos que conseguir. Dinámicas estas que nos anclan y sitúan en la esfera del «personaje» que se mueve en la necesidad y en la ansiedad de lograr algo más allá de sí mismo, en lugar de realizar y desplegar el «Sí Mismo».

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