García de Andoin: “Hay que promover ideales de santidad en el ámbito económico”

García de Andoin: “Hay que promover ideales de santidad en el ámbito económico”
El politólogo y teólogo Carlos García de Andoin reflexionó ante las más de 100 personas que asistieron al Diálogo #VenyloVerás sobre la acción publica de la comunidad cristiana en la sociedad.

En la presentación del acto, el director de Noticias Obreras, Abraham Canales, señaló que la presencia pública de los cristianos ha vuelto “a recobrar interés, tanto por el impulso que está tomando el papel del laicado en la sociedad en el actual proceso sinodal”, puesto en marcha por el papa Francisco, como también por el poscongreso Pueblo de Dios en salida, que cumple ahora dos años, además de por las “muchas controversias públicas que involucran a la Iglesia, más aún cuando asistimos al grito de millones de hermanas y hermanos empobrecidos, que no pueden ganarse el pan con un trabajo y son descartados; y al clamor de una casa común”.

García de Andoin, autor del Tema del mes de la revista de enero, Cristianas y cristianos en la vida pública, comenzó su intervención, advirtiendo de que, evidentemente, “la presencia institucional y la dimensión de la Iglesia condiciona muchísimo el compromiso de los laicos en organizaciones, mediaciones y vida cotidiana”.

La presencia laical en la vida pública no se restringe a la presencia en el Estado, sino que prácticamente, recogiendo una aportación del feminismo, es vida personal, vida familiar, en una comprensión muy amplia de la vida pública, aclaró.

Por más que la presencia pública de los cristianos no tenga aún un peso específico en los planes académicos y en los debates eclesiales, resulta una cuestión de máxima trascendencia, explicó, al tener que ver con  la “sacramentalidad de la Iglesia”, donde radica su presencia y que es vehículo de esta misma sacramentalidad que proviene, no solo de la dimensión institucional o jerárquica y de la presencia de militantes en las organizaciones, sino que concierne a la vida del conjunto del Pueblo de Dios y las marca de identidad que ofrece a la sociedad”.

Modos y espacios del compromiso cristiano

Si bien, el debate entre cristianos de presencia y de mediación no es tan importante como lo fue en otros tiempos, la controversia se ha tornado una “cuestión, no de principios, sino prudencial”, es decir, qué obras, espacios y ambientes deben ser prioritarios en la acción de los cristianos y cómo debe ser su intervención en estos campos.

En este sentido, no dudó en señalar que medios de comunicación de la Iglesia “ofrecen una sacramentalidad muy discutible”, por tener una línea muy marcada ideológicamente y hacer el juego a la polarización política que, al menos, no expresan del todo bien la pluralidad del Pueblo de Dios”.

De aquel debate, sin embargo, pervive la importancia del análisis sociohistórico y de la mediación sociocultural como lugar de revelación de Dios. Parafraseando a Von Balthasar, cuando hablaba de  “si hay espíritu allende el verbo”, la cuestión para los cristianos de la mediación está en “si más allá del perímetro de la Iglesia está aconteciendo reino de Dios, liberación, emancipación y salvación”.

La agenda laicista

El teólogo llamó la atención sobre cierta sobreactuación, ante la supuesta agenda laicista: “No hay ninguna ingeniería social que esté imponiendo la agenda, sino que más bien se trata del proceso de secularismo propio de nuestra época”. Una secularización que, en realidad, solo se da en Europa de modo unívoco, porque en el resto del mundo lo que se está produciendo es un cambio hacia el pluralismo religioso. En su opinión, el hecho religioso no a va a desaparecer de la esfera pública, aunque, eso sí, “las religiones van a transformase y diversificarse”.

La vivencia religiosa está pasando y pasará con mayor intensidad a convertirse en “una opción voluntaria que desintegra la gran institución, sobre todo católica y protestante, que en Occidente acogía a la persona desde que nacía hasta su muerte”.

Hacia una minoría que quiere ser relevante

Nos encaminamos más hacia el modelo de asociación voluntaria, como denominación, más que como identidad. En este escenario, “las personas católicas serán un grupo más entre otros”.  Aunque sea una minoría, no por ello, se va a separar, sin más, la política de la religión, como muestra el interés de grupos evangélicos de vincular política y religión.

En el siempre controvertido asunto de la moralidad, García de Andoin plantea que no se dan las condiciones que antaño convirtieron a la Iglesia en guardiana de la moral: lo que ya no es plausible siquiera, es convertir a la Iglesia en custodia de supuestos valores inmortales y fuente del derecho natural. En las sociedades democráticas la legitimidad se obtiene a través del diálogo, la reflexión, la deliberación y el consenso.

Valores prepolíticos

Siempre existe el riesgo de que una mayoría imponga leyes inmorales a la minoría, por lo que sigue siendo necesario definir los valores innegociables. En sociedades abiertas, diversas y plurales habrá que fomentar los “valores prepolíticos” para alcanzar mínimos éticos compartidos. De alguna manera, es la función que hoy ejerce la Carta Universal de Derechos Humanos o algunas Constituciones en las que se citan esos valores. Así, “la Iglesia católica debe renunciar a la pretensión de verdad y superioridad moral y apostar por el diálogo y la pluralidad”.

Ámbitos prioritarios para la presencia cristiana

En cuento a las prioridades para la acción pública de los cristianos, teniendo en cuenta el contexto histórico y las circunstancias culturales de nuestra época, en línea con la agenda y prácticas impulsadas por el propio papa Francisco, destacó “la centralidad de los pobres” en el reino de Dios y su justicia, de los migrantes, Lampedusa fue la primera visita del papa y en Fratelli tutti habla de aproximarse al otro en clave del pobre, migrante y víctima, “siendo el más lejano el que pone a prueba esa fraternidad”.

Pero también, identificó la economía, el trabajo y la empresa, como lugar privilegiado para la acción cristiana, ámbitos en los que la Iglesia debe promover “ideales de santidad”, como los que simbolizan Rovirosa y Arizmendiarrieta; además de desarrollar un discurso más intenso sobre la  legitimidad ética y moral de la “fiscalidad, un gran instrumento de reparto y solidaridad”.

Los otros dos vectores muy importantes de la presencia pública, según García de Andoin, son la ecología y el feminismo. “Ya tenemos encíclica verde, pero falta otro morada”, que profundice en los ámbitos de encuentro en los que coinciden Iglesia y feminismo, más allá del enfrentamiento en torno al aborto.

Por último, advirtió de la “subrepresentación” de los cristianos en ámbitos fundamentales como la política y la cultura. “Hace falta una pastoral vocación a estos ámbitos” propuso, puesto que ante la desigualdad económica, la fragmentación cultural y la polarización política, la Iglesia en España está llamada a hacer una” labor de conjunción, de tender puentes, generar espacio entre diversos”.