La OIT llama a extender los sistemas de protección social para afrontar la pandemia y los retos de futuro
Unos 4.100 millones de personas en el mundo han quedado totalmente desprotegidos por sus gobiernos en 2020, a pesar de que la irrupción de la pandemia ha supuesto una movilización de recursos económicos sin precedentes.
Solo el 47% de la población mundial ha contado con al menos una prestación de protección social durante el año pasado, según el Informe Mundial sobre la Protección Social 2020–2022, recientemente publicado por la OIT, que da cuenta de los avances en la extensión de sistemas de garantía pública, meta del objetivo número 1, acabar con la pobreza, de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030.
La gran mayoría de los niños y niñas carece de protección social efectiva y, en todo el mundo, solo el 26,4% de la infancia recibe prestaciones de protección social. Especialmente débil es la acción protectora de los estados en Asia y el Pacífico (15,4%), en los Estados Árabes (18% de la población infantil) y en África (12,6%).
Mientras que en regiones de Europa y Asia Central y las Américas la tasa de cobertura de la protección social se calcula en el 84 y el 64,3% de la población de sus países, respectivamente, en Asia y el Pacífico, y los Estados Árabes alcanza el 44 y el 40%. En África apenas llega al 17% de la población.
Un tercio de la población mundial carece por completo de cobertura sanitaria, dos tercios no tienen garantizados los ingresos económicos en caso de enfermedad o desempleo y cuartas quintas partes está privadas de seguro de desempleo.
Aumentan las diferencias
La divergencia en la protección social ha aumentado un 30% desde el inicio de la pandemia, debido a la mayor dotación de servicios de salud y la adopción de las medidas de seguridad de los ingresos y a las reducciones del PIB causadas por la crisis.
A pesar de algunos avances registrados, “la pandemia ha puesto de manifiesto las profundas desigualdades y las importantes brechas en la cobertura, la integralidad y la adecuación de la protección social en todos los países”. Miles de millones de personas que conseguían salir adelante han quedado expuestos a la enfermedad y la pobreza, al no disponer de protección adecuada ante los golpes económicos.
Es cierto que en muchas partes del mundo los Gobiernos han puesto en marcha medidas administrativas y sociales para sostener a la población vulnerable, que han requerido mecanismos financieros adicionales.
Pero, incluso en países de bajos ingresos que han contado con el apoyo internacional, ha habido grandes dificultades para establecer coberturas sociales adecuadas, similares a las aplicadas en los países con más ingresos.
Lo que se ha demostrado casi universalmente son las grietas de la protección social por las que caen colectivos tradicionalmente ignorados, como los trabajadores informales, los trabajadores migrantes y los cuidadores no remunerados.
Recuperación de las personas
Las previsiones dibujan una recuperación económica divergente entre países. Mientras que en las regiones prósperas crecerán rápidamente, los países menos avanzados seguirán en crisis durante mucho tiempo.
“Garantizar una recuperación centrada en las personas en todo el mundo depende del acceso equitativo a las vacunas”, afirman los autores del informe de la OIT, que además de recordar que se trata de “un imperativo moral”, es también la estrategia de salud pública más adecuada: “un profundo abismo en la disponibilidad de las vacunas desencadenará nuevas mutaciones víricas que socavarán sus beneficios para la salud pública a nivel mundial”.
De no acometerse con decisión las brechas y dificultades que lastran la recuperación en los países con menos ingresos, muchas personas quedarán abandonadas a su suerte, desbaratándose los avances realizados para cumplir la Agenda 2030 y el deber de justicia social.
Más inversión en políticas sociales
La OIT pide mantener las medidas de estímulo económico y protección social para favorecer la recuperación de las personas. “Será necesario seguir invirtiendo en los sistemas de protección social a fin de mantener el nivel de vida, garantizar un acceso equitativo a las vacunas y a la atención de salud, y evitar una mayor contracción económica”, se puede leer en el informe.
Además alerta de la tentación de volver a la consolidación fiscal, ya que “las crisis anteriores han demostrado que la austeridad deja profundas cicatrices sociales, perjudicando a los más vulnerables de la sociedad”. El organismo de Naciones Unidas para el Trabajo considera que “existe un margen importante para que los países se propongan «hacer lo necesario» para lograr los objetivos prioritarios si así lo deciden”.
El informe considera que construir sistemas de protección social universal y permanentes, que proporcionen una cobertura adecuada e integral a todos es esencial para prevenir la pobreza y la desigualdad, así como para hacer frente a los retos de hoy y de mañana.
En concreto, aboga por promover el trabajo decente, apoyando a las mujeres y a los hombres para que puedan afrontar mejor sus transiciones vitales y laborales, e impulsar la transformación estructural de La experiencia de la pandemia, en su opinión, debería alentar a los países a tomar medidas decisivas sobre el futuro de la protección social y a adoptar con firmeza un enfoque de las políticas en el camino óptimo. “En última instancia, un sistema de protección social sólido apuntalará y reparará un contrato social frágil y permitirá a los países disfrutar de un futuro socialmente justo”, concluye.
Redactor jefe de Noticias Obreras