La inestabilidad en las relaciones laborales se hace insoportable
Ni la crisis de la COVID-19 que, como todas las anteriores, ha provocado la expulsión, a las primeras de cambio, de los contratados con fecha de caducidad, ha maquillado la estadística.
Nuestro país dobla la tasa de temporalidad registrada en la Unión Europea, hasta alcanzar el 26,3% de las contrataciones. Entre 2012 y 2020, el 91% de los contratos que se firmaron fueron de carácter temporal.
Además, es el país con más porcentaje de contratos de corta o muy corta duración: el 60% de los contratos firmados, frente al 15% de Alemania, y duplicando el porcentaje de países como Austria, Dinamarca y el Reino Unido. En 2019, la Seguridad Social registró 5,4 millones de contratos que no pasaron de un día de duración.
La temporalidad se concentra en la construcción, la hostelería, la agricultura y el sector servicios. Aunque, en la Administración se ha disparado en los últimos tiempos, registrando un aumento del 22%, para llegar a 900.000 interinos. Con todo, el mayor volumen de temporales se da en el sector privado, con tres millones de personas con contratos de duración determinada.
Las personas jóvenes sufren con más intensidad la inestabilidad laboral, con lo que cada vez tienen mayores dificultades para lograr la emancipación, formar una familia, desarrollar una carrera laboral regular y acceder a una pensión de jubilación.
Ya en junio de este año, el número de contratos temporales se ha situado en niveles anteriores a la pandemia, con 1.625.288 firmas, según el informe “La temporalidad en España”, elaborado por la Secretaría de Empleo y Cualificación Profesional de CCOO.
Perniciosos efectos para las personas
Los efectos de la inestabilidad laboral para las personas van más allá de la incertidumbre. En la gran mayoría de las ocasiones, está acompañada con bajos salarios, abusos y desprotección ante los riesgos.
Para las empresas, por más que pueda suponer una rebaja de costes laborales a corto plazo, puede tener también consecuencias indeseadas como falta de incentivos para mejorar la productividad, para ofrecer procesos de formación y cualificación y acometer proyectos a largo plazo que permitan aumentar de tamaño las unidades productivas.
Derogar la reforma laboral
Ante este panorama, los sindicatos consideran imprescindible introducir cambios en la legislación laboral, derogar la reforma laboral, para reservar el contrato temporal a los supuestos mínimos y mejorar la calidad en el empleo.
CCOO y UGT han emplazado al Gobierno a que lleve a cabo una remodelación de las políticas laborales, antes de que acabe este año, por lo que esperan que en septiembre el diálogo social aborde definitivamente esta cuestión.
El “Plan de choque para reducir la temporalidad de las Administraciones Públicas” ha sido saludo por las organizaciones de trabajadores como un primer paso en la buena dirección, pero insisten en que el sector privado tiene que ponerse manos a la obra.
“Es imperativo alcanzar un acuerdo con el Gobierno para modificar la última reforma laboral, eliminando el contrato temporal por obra y servicio”
“No podemos seguir reproduciendo un tejido productivo basado en la precariedad, la temporalidad y la rotación constante en el empleo. Por ello, es imperativo alcanzar un acuerdo con el Gobierno para modificar la última reforma laboral, eliminando el contrato temporal por obra y servicio y, de esa forma, mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras”, opina Lola Santillana, secretaria confederal de Empleo y Cualificación Profesional de CCOO.
Este sindicato apuesta por reconocer por ley el derecho al acompañamiento a la formación y la orientación, además de por introducir fórmulas laborales centradas en la formación, la digitalización, las mejoras tecnológicas, la transición energética y ecológica, y otras medidas dirigidas a la creación de empleos dignos y a la eliminación de la precariedad laboral.
Redactor jefe de Noticias Obreras