Vestir con decencia

Vestir con decencia
Como los pentimenti, que traslucen lo que antes se pintó y la nueva capa pretende ocultar, pandemias y «accidentes» revelan injusticias que subyacen –y explican–.

El 24 de noviembre de 2012 se incendió la fábrica Tazreen Fashions en Daca, capital de Bangladesh, y murieron al menos 117 trabajadores y trabajadoras, la mayoría porque las salidas estaban bloqueadas. Meses más tarde, el 24 de abril de 2013, el edificio Rana Plaza, sede de otra fábrica textil en la misma ciudad, se derrumbó, con un balance de 1.134 muertes y miles de heridos. Ambos «accidentes» sacaron a la luz, al menos por un tiempo, la condiciones de explotación en las que se fabrica buena parte de la ropa que vestimos (si no me creen, miren las etiquetas).

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