Otro muerto en el trabajo… ¿Por qué?

Otro muerto en el trabajo… ¿Por qué?
El día 2 de febrero pasado era un día más en la empresa Plastienvase de Córdoba. Sin embargo, sobre las 13:30h se produjo la tragedia: un joven trabajador de 33 años, se precipitó desde 6 metros de altura. Tras dos días luchando en el hospital, no pudo más y murió a causa de la caída.

El trabajador portaba arnés de seguridad y probablemente disponía de línea de vida (sin ésta, el arnés es inservible). Sin embargo algo falló. Desconocemos el estado de esos elementos de seguridad. Ignoramos si hubo un error humano. Todo esto se está investigando. Pero lo que sí sabemos es que una persona más ha muerto en el trabajo. Sería importante que en esa investigación, se estudiaran también los ritmos de trabajo soportados por el trabajador, qué formación en prevención recibió, qué estabilidad le daba su contrato. Afectan muchos factores en la siniestralidad laboral ¿se investigan todos?

En 2020 (de enero a noviembre) sufrimos en España casi 75.000 accidentes laborales ocasionados por una caída. Segunda causa en número de siniestros, tercera en mortalidad y primera fuente de accidentes graves (más de 26 personas gravemente heridas cada semana).

No es normal tantos sucesos en faenas donde la sensación de peligro es tan grande. Puede que haya problemas en la formación, ritmos de trabajo excesivos, jornadas extenuantes, o equipos de protección deficientes.

Sin embargo, por encima de todo, lloramos muertes que en su inmensa mayoría no habrían ocurrido con una prevención seria. Pero cualquier protocolo de seguridad se percibe a menudo como algo perjudicial para la cuenta de resultados. Y el beneficio, valor absoluto para el mercado, no puede verse entorpecido ni siquiera por salvaguardar la vida humana.

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Cuando Jesús se enfrentó a los mercaderes del templo (Mt. 21, 12-17) puso a la persona por encima del negocio. ¿Lo estamos haciendo en nuestra sociedad? ¿Cuál es la prioridad, la persona trabajadora, o el beneficio que produce?

Ya lo dijo Víctor Hugo: “Cuando una muerte es evitable, dejar morir a alguien es imperdonable”.

Quienes seguimos al Jesús que expulsó a los mercaderes del Templo no nos cansamos de gritar: ¡TRABAJO ES PARA LA VIDA NI UNA MUERTE MÁS!