«A las primeras de cambio, me recortaron el sueldo»
«Mucho miedo» es lo que ha pasado Delia Honzi, de 54 años de edad, trabajadora del servicio doméstico. Durante el confinamiento siguió acudiendo a la casa donde trabajaba, subiéndose a los autobuses, porque el suyo era un «trabajo esencial».
«Llegué a deprimirme, tenía que salir todos los días, mientras los demás estaban confinados. Tenía que lavar, limpiar, planchar y hacer el desayuno, la comida y la cena, además de atender a las cinco personas de la familia que estaban en casa. Tenía una cruz en mi espalda», recuerda esta trabajadora que llegó a España desde Paraguay hace ya 15 años.
Admite que «tenía miedo a enfermar», pero también a «ser despedida por faltar», como le ha ocurrido a muchas de sus compañeras con peor suerte. Lo que sí perdió fueron parte de los ingresos, al tener que reducir su jornada de trabajo, «porque no podían pagar más».
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Redactor jefe de Noticias Obreras