La vacuna de la COVID-19: el impacto social debe primar sobre el beneficio económico

La vacuna de la COVID-19: el impacto social debe primar sobre el beneficio económico

Casi un año después de que se detectaran los primeros casos de Covid-19 parece llegar un atisbo de esperanza en forma de vacuna. En apenas tres meses la nueva enfermedad ya había degenerado en pandemia y, desde entonces, ha revolucionado y dado la vuelta a muchas cosas, entre ellas la forma de trabajar, la de relacionarnos unas personas con otras, y las prioridades y los valores, tanto sociales como personales.

Por esas mismas fechas pasó casi desapercibida otra noticia, la de las muertes por sarampión, que, según la OMS, en 2019 fueron cerca de 208 000.

Sarampión, rubeola, poliomelitis, tuberculosis…, todas ellas son enfermedades controladas, y casi se puede decir que desaparecidas, en los países desarrollados. Sin embargo, siguen causando dolor y muerte en los países en vías de desarrollo. Sus vacunas llevan muchos años activas y totalmente asumidas e insertadas en el calendario de vacunación de los niños y niñas de los países ricos, pero son uno de los principales caballos de batalla de organizaciones como Unicef en otros lugares del mundo.

Los autores de este artículo no somos especialistas en virus, epidemias ni inmunología, así que no pretendemos enfocar estas líneas desde esas visiones ni disciplinas, sino aportar algunas luces al debate sobre el impacto social que puedan tener las mismas

Tres vacunas, tres laboratorios –Moderna, Pfizer y AstraZeneca-Oxford–. Las tres farmacéuticas han ido contando en avanzadilla cómo de efectiva es su fórmula y qué planes comerciales han preparado.

Vacunas y valor social

Es un hecho indiscutible que todas nuestras actividades, acciones y organizaciones crean y/o destruyen valor: valor económico, sin duda, pero también social o medioambiental. Y las empresas no son ajenas a esta generación de valor.

Si convenimos que:

  1. El valor social es el resultado generado cuando los recursos, procesos y políticas se combinan para generar mejoras en la vida de las personas o de la sociedad en su conjunto, y que
  2. El impacto social de una investigación como la que están llevando a cabo cientos de laboratorios en todo el mundo se refiere “al cambio efectuado en la sociedad debido al producto de esas investigaciones” (Libera Bonilla, 2007), podremos concluir que los resultados finales (impactos) que debemos esperar de las vacunas no deben ser otra cosa sino resultados a nivel de propósito, de intención.

¿Qué motivaciones mueven a estos laboratorios y empresas farmacéuticas a desarrollar una vacuna? ¿Qué valor (social) esperan generar? ¿Qué beneficio económico obtener? ¿Combinan de manera adecuada la necesaria remuneración (valor de mercado) con el valor social y medioambiental?

Valor social versus valor de mercado

Detengámonos en analizar un poco más en profundidad estos aspectos, empezando por el valor de mercado que pueden tener las tres vacunas más avanzadas:

  • Moderna anunció el 16 de noviembre que su vacuna tenía una efectividad del 94,5%. Ese día sus acciones subieron un 15% respecto del día anterior y durante todo el mes de noviembre el precio por acción se ha multiplicado por 2,14 en la Bolsa de Nueva York (NASDAQ)
  • Pfizer, por su parte, subió su cotización un 13% el día que reveló sus buenas expectativas sobre la efectividad de su producto. Se estima que el precio de las dosis, si bien algo inferior al de Moderna (20-30€), también será lo que en el mundo de los negocios se considera un producto premium: alrededor de 17€. No obstante la cotización de esta empresa no ha sido tan diferente a lo largo de los últimos meses y cerró el mes de noviembre a los mismos precios que tenía su acción en agosto.
  • La tercera vacuna en liza es la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford. En palabras de su CEO, “Nuestro objetivo es suministrar la vacuna a todo el mundo. Tenemos un objetivo que es también hacerlo sin beneficio, o sea que entregaremos la vacuna a precio de fábrica en todo el mundo”. Esto es: alrededor de 3€ por dosis. El día del anuncio sus acciones bajaron un 2% respecto a la cotización anterior y, aunque a lo largo de noviembre ha tenido picos al alza, el mes lo cerró igual que empezó, con apenas un 0,02% de revalorización.
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Suponiendo que la cotización de una empresa sea un buen indicador de su valor económico, las cosas parecen estar claras. Desarrollar una vacuna, un nuevo medicamento, es costoso y la inversión realizada debe ser al menos retornada, cuando no ampliada, en términos de capitalización bursátil. Los inversores ponen dinero en proyectos tratando de optimizar la relación entre riesgo y beneficio a través de ratios y comparaciones como el famoso ROI (retorno de lo invertido).

Pero en un mundo en el que cada vez se hace más presente el capitalismo de stakeholders (accionistas, directivos, empleados, proveedores clientes…), el impacto social y medioambiental de una empresa no parece estar reflejado en sus valoraciones bursátiles.

En definitiva…

El valor económico de las vacunas no parece reflejar su grave impacto medioambiental (debido a su complicada logística de transporte y almacenamiento) o que, de alguna manera, su impacto en la sociedad va a mantener, cuando no agravar, las desigualdades globales.

Un habitante de un país considerado rico tendrá fácil acceso a la vacuna en los próximos meses, como lo tiene a las vacunas del resto de enfermedades. En cambio, las personas vulnerables, olvidadas, marginadas, que viven en países que no pueden permitirse pagar los precios a los que algunas de estas vacunas se van a vender, tendrán que esperar a que pase la pandemia, la crisis económica asociada a ella y se vuelva a pensar en ellos. Tendrán que esperar a que ONG, organismos multilaterales de ayuda (UNICEF, OMS…) y/o filántropos bien intencionados decidan actuar.

¿Es este un valor que como humanidad nos podemos permitir? ¿Es un impacto que debemos asumir? Nosotros pensamos que no y que, al igual que se hizo en otros casos (como la campaña de erradicación de la viruela), la sociedad mundial debería considerar la vacuna de la Covid-19 patrimonio de la humanidad y priorizar su valor social frente al de mercado.The Conversation

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Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation.