Lamentación con llamada final
Y Jesús duerme. En la popa. Sobre el cabezal
de una barca a la deriva, hundiéndose…
Los financieros −valientes pescadores, ellos−,
quitaron el timonel de sus manos campesinas.
«Suplentes llevan la barca, oh Dios, suplentes…».
Y Jesús duerme.
Como un Jonás al revés, Jesús cumple
la voluntad de los hombres. Y duerme.
No necesitan de él para llegar a la orilla
del consumismo de siempre. Y Jesús duerme.
Y el mar iba agitándose ya torbellino
de agua y viento sobre la barca… sin rumbo…
hundiéndose…
Y las olas del mal infectando nuestra
civilización de vividores muertos… peleles.
¡Despierta de una vez al Jesús que llevas dentro!
¡Levántate ya, ¡por Dios!, cambia de rumbo!, no dejes
que nuestra tierra se anegue en esta civilización de muerte…
(…)
Vamos a arriesgarnos, a obedecer al Evangelio,
pasemos con Jesús la prueba del dolor, –no importa
si es poca la fe que nos alumbra–,
sintamos su fuerza salvadora,
sus manos en mis manos en medio del peligro,
allí donde se espesa la lucha necesaria.
Sí, salgamos a alta mar, dejemos las orillas…
Pisemos sin temor las olas bravas,
hasta alcanzar la fe madura,
la verdadera fe probada.
¡Esta es la fe que salvará el mundo! •
Consiliario de la HOAC de Segorbe-Castelló