Hacia la enésima reforma laboral, ¿será la buena?
Desde la aprobación del Estatuto de los Trabajadores, en 1979, España ha experimentado una larga sucesión de reformas laborales. Las mismas siempre se han justificado por la necesidad de resolver el grave problema del desempleo y, especialmente a partir de la década de 1990, combatir la pretendida dualidad del mercado laboral.
No puede decirse que hayan tenido éxito en resolver los problemas que, en teoría trataban de afrontar. En lo que respecta al nivel de paro este ha evolucionado en la misma forma espasmódica que lo ha hecho la actividad económica. En lo que respecta a la precariedad, medida como peso del empleo temporal, esta se ha mantenido alta y, en los últimos años, más bien ha crecido.
El contenido básico de las reformas ha seguido una línea argumental bastante continuada: reducir los costes y abaratar los procesos de despido, aumentar las prerrogativas empresariales en la gestión del proceso de trabajo, ofrecer una amplia panoplia de formas de contratación particular (incluida la externalización vía empresas de trabajo temporal y la externalización de actividades). La última gran reforma, la de 2012 reforzaba todas estas medidas y añadía, además, una voluntad de cambio radical en el modelo de negociación colectiva. Básicamente una voluntad explícita de limitar la capacidad de acción de los sindicatos y dinamitar los convenios sectoriales. Y el resultado fue bastante contundente: un crecimiento del paro en proporción muy superior al de la caída de la actividad, una caída de las rentas salariales y niveles de empleo temporal parecidos a los del inicio de la crisis de 2008. En aquel momento el desproporcionado peso que tenía la construcción explicaba, en parte, la elevada temporalidad, pero 10 años después está se había expandido a muchos otros sectores. No hay ninguna evidencia que permita mostrar que este largo proceso de limado persistente de derechos laborales haya permitido hacer frente a la cuestión del desempleo y si en cambio una evidencia sólida que ha servido para alterar el poder relativo de capital y trabajo a favor del primero.
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Doctor en Economía
Profesor Departamento de Economía Aplicada