Una Iglesia que construye puentes desde el trabajo cotidiano

En su primer encuentro con las personas trabajadoras de la Curia, el papa León XIV esbozó un modelo de Iglesia profundamente pastoral: una Iglesia que valora la espiritualidad del trabajo cotidiano, que vive la misión desde dentro y que construye puentes en un mundo dividido. Sus palabras, lejos de lo programático, interpelan a toda la comunidad eclesial
“Cuando los aplausos duran más que el discurso, tendré que hacer un discurso más largo”. Con esta frase cercana, el papa León XIV iniciaba su primer encuentro con quienes forman lo que llamó “las comunidades de trabajo” de la Curia romana –el gobierno de la Iglesia universal en Roma–.
A pesar de advertir que no era momento para discursos programáticos, lo cierto es que ofreció una serie de claves que dibujan ya un estilo de pontificado y, más aún, una visión eclesial profunda. Entre líneas, propuso un modelo de Iglesia que valora el trabajo cotidiano, vive la misión en lo concreto y se esfuerza por construir puentes en medio de un mundo fragmentado.
La espiritualidad del trabajo cotidiano
El papa dirigió su palabra a quienes “hereda” de sus predecesores: trabajadores y trabajadoras que sostienen, con su tarea diaria, la vida de la Iglesia universal desde Roma. Lejos de un simple agradecimiento, León XIV puso el foco en la espiritualidad que puede vivirse en lo cotidiano. Subrayó que la fe y la oración “son como la sal para los alimentos, dan sabor”, recordando que el trabajo, cuando se realiza con humildad, paciencia, “poniéndose en el lugar del otro, evitando los prejuicios, y también con una buena dosis de humor, como nos ha enseñado el papa Francisco”, se transforma en un lugar de encuentro con Dios y con los demás.
Esta mística cotidiana convierte cada gesto en oportunidad de evangelización con actitudes que construyen fraternidad en lo cercano. Esta visión entronca con las palabras del papa Francisco en su exhortación Gaudete et exsultate, donde reivindica la santidad como algo posible para todos —las personas santas de la puerta de al lado–, también en el mundo del trabajo: “¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos” (GE, 14)
Con esta frase, Francisco recordaba que la santidad no está reservada a quienes se apartan de la vida común, sino que florece “en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”.
La espiritualidad del trabajo que propone León XIV tiene un recorrido universal, ya que lo que vale para la Curia, vale para toda la Iglesia. Además, la espiritualidad del trabajo no es exclusiva del clero o de las instituciones eclesiales, sino que puede y debe vivirse en cada trabajo, en cada vocación, en todo lugar donde hay actividad humana –que pasa necesariamente por trabajo decente–.
León XIV interpela a todo el pueblo de Dios, desde las parroquias hasta los movimientos, desde las personas laicas hasta las religiosas, para revalorizar la vida laboral, como espacio de fraternidad, servicio y misión en lo cotidiano.
Un compromiso, un camino a seguir, con los demás y en, claro está, la Iglesia, que implica una lucha constante para que la injusticia no tenga la última palabra.
Una Curia al servicio de la misión
León XIV recuerda que llegó a Roma hace solo dos años, desde la diócesis de Chiclayo (Perú), cuando el papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos. Desde su experiencia misionera como agustino en Perú, afirma que también la Curia fue y sigue siendo para él “una nueva misión”. Así, reivindica una Curia misionera, no autorreferencial ni burocrática, sino reformada —como quería Francisco— para estar al servicio del anuncio del Evangelio.
“Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger con los brazos abiertos a todos”, apuntó.
Este modelo no se limita a Roma: es una invitación para todas las diócesis y curias locales. Cada estructura eclesial debería preguntarse si es espacio de servicio o de poder; si vive orientada a la misión o encerrada en sí misma; si abre caminos o los bloquea. La imagen de la Iglesia “en salida” se concreta aquí en una Curia que acompaña, escucha y sostiene, que recuerda que todos “colaboramos de diferentes maneras en esta gran obra”.
Una Iglesia que construye puentes
En continuidad con Francisco, León XIV retoma una de las imágenes más queridas del pontificado anterior: la Iglesia como constructora de puentes. Lo dice con claridad: la misión de la Iglesia de Roma es servir a la comunión de todas las Iglesias y del mundo entero, “en la caridad y en la verdad”. Esta unidad no se impone ni uniformiza, sino que valora la historia personal de cada uno y las culturas de cada pueblo.
Este enfoque adquiere una especial relevancia en un mundo marcado por la polarización, la desconfianza y el miedo a la diferencia. Frente a eso, el nuevo papa propone gestos pequeños y concretos: cuidar las relaciones en el entorno laboral, superar malentendidos con humildad, practicar el diálogo, vivir la fe con humor. Así, la Iglesia puede ofrecer una contribución real a la paz y a la fraternidad, desde lo cotidiano.
Una propuesta que interpela
Aunque se trató de un discurso corto y sencillo, el mensaje de León XIV interpela con fuerza a toda la Iglesia. Invita a mirar la Curia no como una excepción, sino como una referencia: si allí se puede vivir una espiritualidad del trabajo, una misión compartida y una cultura del encuentro, también puede vivirse en cada parroquia, diócesis, comunidad o lugar de trabajo.
Esta mirada pastoral, humilde y profundamente humana —impregnada del estilo de Francisco— marca un comienzo prometedor, una propuesta de Iglesia que, en medio de las tensiones del mundo en este cambio de época, sigue construyendo puentes a partir del compromiso, la misericordia y la caridad –sentir la injusticias y el dolor del prójimo y actuar solidariamente– de todo el pueblo de Dios.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)