El Jubileo

El Jubileo

La entrada de Israel en la Tierra Prometida fue la alegría más grande, porque era el cumplimiento de las promesas que Dios había hecho a su pueblo, a través de Abraham. Fue el paso de la esclavitud a la libertad, de la miseria al bienestar y a la felicidad más grades. Pero Dios sabía que iban a venir los problemas, el sufrimiento de mucha gente, los enfrentamientos de unos con otros, las divisiones y la marginación de muchas personas. Y, una vez que Israel comenzó a vivir en la Tierra Prometida, aparecieron las injusticias, las desigualdades, la esclavitud… algo parecido a los que habían vivido en Egipto.

Muchas personas vivían en la miseria, otros pasaban a ser esclavos, otros vivían despreciados por todos, había mucha gente en la cárcel, muchas familias tenían deudas que no podían pagar, la sociedad estaba dividida, unos en contra de otros.

Dios, que sabía todo lo que iba a pasar, en la Ley que dio al pueblo de Israel, les mandó que cada 50 años celebraran un jubileo, para solucionar todos los problemas. Dios quiere para todos la igualdad, la vida digna y feliz, que vivamos en paz y que todos nos consideremos familia e iguales, no solo los que simpatizan con nosotros.

La palabra «júbilo» significa alegría, entusiasmo, fiesta, manifestación de la alegría con todos los detalles y expresiones posibles. La jubilación en tiempo de alegría. Jubileo era y es una fiesta pública muy solemne, que se celebra con las manifestaciones más grandes de alegría. En el Jubileo se celebraba el perdón de todas las deudas, se devuelven las tierras a sus antiguos dueños, se sacan a todos de la cárcel.

Las personas esclavas pasaban a ser libres, se solucionan todos los problemas, se comienza a vivir la vida con la alegría y la felicidad más grandes. Celebrar el Jubileo era comenzar a vivir de nuevo en la tierra que Dios nos había dado, algo así como un “borrón y cuenta nueva”. Puede haber un jubileo religioso, muy solemne, de muchas ceremonias, pero que no tiene que ver nada con la vida, los problemas y los sufrimientos de la gente. Para que el Jubileo sea como Dios quiere, tiene que afrontar y tratar de solucionar los problemas de la vida, de las personas y del mundo.

La venida de Jesús fue la puesta en marcha de un Jubileo que dura, no un año, sino todos los días, todos los años y toda la vida, fue un Jubileo permanente. Jesús trajo el perdón, la paz y la felicidad para todos y para siempre, poniendo al alcance de todos, el amor de Dios. Esto es lo que Jesús hizo en toda su vida: Ofrecer a todos la paz, el perdón y el amor de Dios, para vivieran con dignidad y encontraran la felicidad.

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Cuando la Iglesia celebra un Jubileo concede, a todas las personas que quieren beneficiarse de él, la Indulgencia Plenaria, el perdón de todos los pecados, la salvación. Hemos de aprovechar el Jubileo y hacer lo posible por ganar la Indulgencia Plenaria, que la Iglesia nos promete. Pero hemos de mirar también y comprometernos, con los problemas que tiene la gente, como se hacía en el Antiguo Testamento y como lo hizo Jesús.

Hoy, en general, solo se mira lo espiritual, la Indulgencia Plenaria, la salvación del alma, y se dejan a un lado los problemas que tienen las personas. Nosotros hemos de comprometernos en lo espiritual y en los problemas. Ha habido en la historia personas y naciones que han pedido la libertad, la igualdad, la fraternidad. Como un jubileo para la nación y para la humanidad. Algo de esto se pide en todas las manifestaciones que se celebran en el mundo y, de forma especial, se pide la justicia y el bien para todos en las manifestaciones del 1 de Mayo.

La celebración de un Jubileo pide a todos los cristianos un compromiso muy grande con la justicia y con el bien de todos. Este año se celebra en la Iglesia el Jubileo de la Esperanza. Nos invita a todos los cristianos a no perder nunca la esperanza y a comprometernos para que esa esperanza se haga realidad. Se celebra también en este año el Jubileo de los Trabajadores, para comprender el valor y la importancia del trabajo vivido desde la fe.

Y también se celebra el Jubileo para que todas las personas tengan un trabajo digno que les dé para vivir y no les quite su salud.

Para pensar y orar

  1. ¿Qué me parece lo que hemos leído sobre el Jubileo?
  2. ¿He sentido alguna llamada de Dios al escuchar lo que hemos leído?
  3. ¿Qué debería hacer la Iglesia para celebrar y vivir el Jubileo?
  4. ¿Cómo voy a vivir yo el Jubileo de la Esperanza?
  5. ¿Cómo voy a comunicar a otras personas lo que hemos compartido en esta reunión?