Oda al puente. A propósito de la XIV Asamblea General
El puente es algo más, mucho más que una mera edificación práctica o una construcción utilitaria. El puente es un “símbolo” que nos habla sobre la “evolución social y el crecimiento personal”. Los puentes siempre acercan, aproximan y comunican. El puente es un elemento de ligación, un espacio que une, “re-liga”. El puente es, por tanto, invitación y ocasión para el “encuentro”.
El puente es camino, espacio de tránsito y de movimiento. Los puentes, en su quietud y permanencia, nos convocan al desplazamiento, a abandonar la orilla de una “vida instalada”, de la “pereza”, de la “inmovilidad”, del “estancamiento” o de eso que ahora se llama “zona de confort”.
Atravesar un puente es “pasar de una orilla a la otra”. De aquí que sea un símbolo extraordinario para representar el paso del “hombre viejo” a la “persona nueva”.
Atravesar el puente implica un “arriesgarse” y significa apostar por “la otra orilla”, esa que nos muestra, que nos ofrece una “vida creativa”, de “acción creadora” y de “crecimiento continuo”. No solo son nuestros pies los que recorren el puente; cada paso es un “moverse, crecer y desplegarse” de nuestro espíritu.
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Maestro. Formador. Escritor
Autor de “Dos minutos”
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