Ocho de cada diez mujeres quieren transformar la Iglesia, aunque siguen sin poder decidir en ella

Un informe del Observatorio Mundial de las Mujeres revela que la participación femenina en el Sínodo avanza en los niveles más altos de la Iglesia, pero se estanca en las parroquias, donde la escucha no se traduce en influencia real. El estudio denuncia el peso persistente del clericalismo, la falta de seguimiento y la exclusión de las mujeres de los espacios de decisión
El informe Experiencias de las mujeres en el proceso sinodal, elaborado por la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) a través del Observatorio Mundial de las Mujeres, guiado por su misión de “escuchar para transformar vidas”, recoge las respuestas de 234 mujeres de todos los continentes que participaron en las distintas fases del Sínodo 2021-2024.
Su punto de partida coincide con el diagnóstico del propio Documento final del Sínodo, que reconoce que las mujeres “siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar”. A partir de esa constatación, el informe examina avances, resistencias y expectativas de cara a la fase de implementación.
Más escucha en los niveles altos, menos capacidad de decisión en las parroquias
El estudio revela una tendencia clara: a mayor nivel de participación, mayor percepción de escucha y corresponsabilidad. En las asambleas romanas, el 75,1% de las participantes afirma que sus opiniones fueron escuchadas. A nivel continental, el porcentaje alcanza el 68%. En las parroquias, cae a la mitad, el 50,6%.
La brecha se amplía cuando se analiza la participación efectiva en las decisiones: solo el 45% de las mujeres a nivel parroquial se sintió parte real de la toma de decisiones. En cambio, la cifra asciende al 88% en las asambleas romanas.
El informe destaca que “los foros más amplios, diversos y de mayor nivel pueden ofrecer mayores oportunidades para que se reconozcan y valoren las voces de las mujeres”, mientras que en los ámbitos locales “la consulta no siempre conduce a una influencia tangible”.
Las diferencias entre regiones también son notables. África, Asia y América Latina expresan mayores niveles de satisfacción y esperanza, mientras que América del Norte registra los porcentajes más bajos de escucha, participación y acciones posteriores, con solo un 26% de valoración positiva del proceso.
El principal obstáculo: un clericalismo persistente
Las dificultades señaladas por las mujeres son consistentes en todos los continentes. “El principal obstáculo señalado estaba relacionado con los ministros ordenados”, indica el 44% de las encuestadas. El estudio vincula este resultado con el diagnóstico reiterado por el papa Francisco sobre el clericalismo como “una visión elitista y excluyente de la vocación” que limita la corresponsabilidad.
Muchas mujeres describieron una escucha meramente formal, temor a contradecir a la autoridad o dinámicas que bloqueaban su participación real en los consejos parroquiales. En palabras del informe, “la voz de las mujeres a menudo se descarta o se escucha de manera simbólica”.
La falta de seguimiento tras las consultas sinodales aumenta la frustración en la base. “No todas las diócesis dieron seguimiento al Documento final, lo que provocó desánimo y la percepción de una falta de interés en los niveles superiores”. Solo el 31% de las mujeres a nivel parroquial considera que el proceso recogió sus esperanzas, frente al 53% entre quienes participaron en Roma.
El informe identifica los retos más mencionados para la fase de implementación: el reconocimiento y empoderamiento, la resistencia al cambio, a menudo resumida en el “siempre ha sido así”, y la exclusión de la toma de decisiones, a pesar del peso pastoral de las mujeres en la vida eclesial. También se señalan la falta de formación teológica accesible, la desigualdad de género y la necesidad de superar inercias clericalistas arraigadas.
Qué cambios piden las mujeres: más roles, formación y diaconado femenino
Las propuestas de futuro que plantea el informe conforman un mapa amplio de reformas posibles. Un eje central es la ampliación de roles y estructuras que garanticen la participación femenina en los espacios de decisión: consejos parroquiales y diocesanos, comisiones económicas, ámbitos curiales y puestos de responsabilidad remunerados.
También se reclama una mayor presencia litúrgica: lectorado, acolitado, predicación y liderazgo de retiros. “Normalizar que las mujeres desempeñen funciones clave, como leer los evangelios cuando sea necesario, predicar y dirigir retiros”, se apunta en el informe.
La formación teológica y de liderazgo es otro pilar. El estudio subraya la necesidad de “programas de becas especialmente para que las mujeres estudien teología y otros programas de liderazgo”, junto con la urgencia de formar a seminaristas y clérigos en sinodalidad y corresponsabilidad para desarmar el clericalismo desde la raíz.
Sobre el diaconado femenino, el informe constata una demanda transversal. “La gran mayoría de las respuestas expresan el deseo de que el diaconado se abra a las mujeres”. Muchas participantes consideran que este paso reforzaría la visibilidad, el reconocimiento y la autoridad pastoral.
Sobre el diaconado femenino, el informe constata una demanda transversal. “La gran mayoría de las respuestas expresan el deseo de que el diaconado se abra a las mujeres”. Esta aspiración se expresa, además, tras la reciente presentación al papa León XIV del informe final de la Comisión de Estudio sobre el diaconado femenino, que concluye que, “en el estado actual de la investigación histórica, bíblica y teológica, no es posible abrir el acceso de las mujeres al diaconado sacramental“, aunque propone ampliar los ministerios laicales y reforzar el reconocimiento del servicio que ya realizan muchas mujeres en la Iglesia.
Estas conclusiones han sido duramente cuestionadas en España tanto desde la reflexión teológica como desde los movimientos eclesiales de mujeres. Cristina Inogés ha comentado que el informe mantiene un inmovilismo que contradice la teología bautismal, recordando que “el bautismo me revistió de Cristo lo mismo que a todo bautizado”. En una línea similar, Isabel Gómez Acebo ha calificado la decisión de “gran error” y ha lamentado que la Iglesia siga aplazando decisiones igualitarias, pese a reconocer la existencia histórica del diaconado femenino. A estas críticas se ha sumado la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, que ha expresado su “profunda decepción” por una resolución que, a su juicio, mantiene “los muros” que impiden el acceso de las mujeres a los ministerios ordenados.
Con todo, un dato destacado en el estudio de la UMOFC es la fuerte disponibilidad de las mujeres a implicarse en la renovación eclesial. “El 80% de las encuestadas se mostraron dispuestas a fomentar o ayudar en iniciativas que fortalecieran el papel de las mujeres”. El informe interpreta esta cifra como un recurso pastoral decisivo para la fase de implementación sinodal.
Una sinodalidad prometedora, pero frágil
El informe concluye que se han dado pasos importantes en la escucha y el reconocimiento de las mujeres, especialmente en los niveles superiores del Sínodo. Sin embargo, las barreras estructurales y culturales siguen dificultando su participación efectiva en la vida ordinaria de la Iglesia. Como resume el estudio, “las voces de las mujeres se están escuchando, pero que den lugar a un cambio duradero depende de que se pase de la consulta a la transformación”.
La fase de implementación será, por tanto, decisiva para que la sinodalidad se convierta en una práctica real y transformadora, capaz de hacer visible la igualdad bautismal y de permitir que los dones de las mujeres contribuyan plenamente a la misión de la Iglesia.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)



