La privación de derechos de las personas migrantes reflejada en “Solo Kim”

Las personas migrantes en situación irregular sufren un trato discriminatorio e injusto, como refleja el corto “Solo Kim”, la historia de una persona en transición de género, de origen filipino, sin papeles, que trabaja de forma irregular cuidando a un bebé.
En el cortometraje, la cámara se acerca, sin invadir su intimidad, al rostro del joven que deposita su esperanza en llegar a ser quien quiere ser, a pesar de no tener un empleo formal, carecer de permisos y andar escaso de dinero.
La tranquila gestualidad del protagonista, que suple la falta de dominio del idioma y el miedo al rechazo con su luminosa sonrisa, va endureciéndose según avanza el relato.
El foco se amplía para mostrar con gran naturalidad, sin juicios, las reacciones de quienes rodean a Kim, al fin y al cabo, alguien que no existe para la administración y que solo cuenta para los demás en la medida en que les resulta útil.
“Solo Kim”, de Javier Prieto de Paula y Diego Herrero, cuenta esta historia —que es también, de alguna manera, la de muchas otras personas— con delicadeza y respeto, a través de unas imágenes honestas, llenas de ternura y, a veces, de rabia contenida.
Se estima que en España hay entre medio millón y 700.000 personas en la misma situación administrativa que el protagonista, privadas de derechos y fuera del radar de las administraciones.
No tienen otro remedio que trabajar en la economía irregular, sacando adelante actividades económicas fundamentales para la sociedad. Haber nacido en la parte empobrecida del mundo les condena a ver pisoteada su dignidad, como si fuera un privilegio que se concede arbitrariamente.
“Todo se complica enormemente cuando no puedes tener una nómina, abrir una cuenta, acudir sin miedo a un centro sanitario e incluso denunciar los delitos contra ti…”, razonaba Javier Prieto tras la proyección de su obra en la Fundación Por Causa.
La exclusión administrativa, la negación de la ciudadanía a quienes no cumplen los requisitos burocráticos utilizados para conceder los permisos de trabajo y residencia, deja indefensas a las personas en situación irregular.
Lo sabe bien el actor que encarna al protagonista y que inspiró esta película de apenas media hora de duración, y que tuvo que asumir consecuencias indeseables por su determinación de cambiar de género. La decisión rompió la aparente tolerancia de un ambiente del que se suele presumir empatía.
Ahora el actor es feliz y no oculta la sorpresa por el impacto que está teniendo la película. Muchas personas se acercan para agradecerle su valentía y su interpretación, un símbolo de la lucha de tantas personas y entidades por el reconocimiento.
“Es común decir que son nuestra familia, porque cuidan de nuestros mayores y de nuestros hijos, se encargan de nuestras casas, pero no les pagamos horas extras, no somos tan cumplidores con el horario cuando tenemos que volver a casa porque su jornada ha terminado…”, continúa Prieto.
Sin embargo, ante cualquier dificultad, sus intereses no cuentan y se produce la separación entre el “nosotros” y “los otros”.
“La incertidumbre y la angustia que genera la irregularidad lleva incluso a replantear decisiones tan humanas como abandonar o no el país para ver a un familiar cercano enfermo, por miedo a no poder volver”, completaba Prieto.
Diego Hurtado, también director, advertía sobre “la hipocresía institucionalizada” en la que vivimos. “Sabemos bien que la gente que se queda fuera, extramuros, se ocupa de trabajos que nos benefician a todos, pero les condenamos a la desigualdad simplemente porque les consideramos de los otros”.
“Hay suficientes motivos éticos para la regularización extraordinaria; es una cuestión de derechos humanos, pero también es una cuestión económica que deberían atender los que lo miden todo por la utilidad”, clamaba Hurtado.
Día Internacional de las Personas Migrantes
En el Día Internacional de las Personas Migrantes, varias ONG han señalado tres grandes desafíos para la población de origen extranjero: integración social, reagrupación familiar y salud mental, además de la regularización extraordinaria de aquellas personas sin papeles que viven y trabajan en nuestro país.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) denuncia trabas legales y costes de hasta 2.000 euros para reunificar familias, proceso que puede tardar años. Reclama ampliar el derecho a la vida en familia y agilizar trámites.
Cruz Roja insiste en una integración “activa y bidireccional”, mientras que la Plataforma de Infancia exige atención psicológica adecuada para menores expuestos a violencia y explotación, mientras Save the Children alerta de que 278 niños migrantes murieron en rutas peligrosas en 2025, 136 en el mar.
La falta de vías legales y seguras para migrar y la imposibilidad de cumplir los requisitos exigidos para acceder a los permisos de residencia y trabajo tiene consecuencias fatales bien conocidas, por más que se quiera mirar hacia otro lado.

Redactor jefe de Noticias Obreras



