Hacia una cultura del cuidado que transforme el trabajo y la vida

Hacia una cultura del cuidado que transforme el trabajo y la vida

El trabajo humano. Un reto pendiente
Por una cultura del cuidado en el mundo del trabajo
Francisco Porcar Rebollar (2025)
Ediciones HOAC, 200 págs.

Con este sugerente título, Francisco Porcar nos propone una reflexión actual y necesaria sobre la vida humana y, en concreto, sobre una de sus dimensiones fundamentales: el trabajo. Hoy, la vida de muchas personas está atravesada por el descuido, por la falta de amor y de cuidado. No es la lógica samaritana la que predomina en nuestra cultura ni en nuestro mundo. Como plantea el autor, nos invade la lógica economicista: todo se valora según la rentabilidad que aporta. Este enfoque hace añicos la vida de las personas, de las familias, de la sociedad y compromete incluso la supervivencia de nuestra casa común.

Generar una lógica contraria a la que predomina en la economía y en la sociedad requiere un Evangelio que se haga vida personal y social, que se haga cultura. Una cultura atravesada por el amor que, como afirma Porcar, sea una cultura comprendida como “una forma de sentir, pensar y actuar que orienta la vida de las personas y de la sociedad desde la perspectiva del cuidado”. El libro reflexiona sobre qué es el cuidado, entendiéndolo “como una actividad vital dirigida a sostener la vida, a hacerla posible y preservarla en las mejores condiciones”. Esta cultura del cuidado tiene implicaciones no solo personales, sino también sociales y políticas.

Esta vocación del ser humano está fundamentada en que somos seres sociales, somos relación. Nos necesitamos unos a otros para poder vivir y ser. La persona posee una dignidad infinita como hija de Dios, y por ello todos estamos llamados a vivir relaciones de fraternidad. La experiencia vital muestra que nos humanizamos en la medida en que cuidamos de los demás y nos dejamos cuidar. Nuestra vida se debilita en el aislamiento y se acrecienta cuando nos damos.

El libro plantea, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia y, de manera especial, el magisterio de Francisco, que el cuidado –que debe impregnar todas las dimensiones de la persona– también ha de atravesar el trabajo humano. ¡Qué lejos estamos aún de esta realidad! Sin cuidar el trabajo es muy difícil cuidar la vida. El texto evidencia la necesidad de comprender el trabajo desde esta lógica: es urgente llenarlo de sentido humano. Predomina hoy una forma utilitarista de concebirlo y organizarlo al servicio de la máxima rentabilidad. Se reduce el trabajo al empleo y se entiende como una unidad más de producción, olvidando que el trabajo (remunerado o no) y la persona trabajadora no pueden separarse: lo que sucede al trabajo afecta directamente a quien lo realiza. El libro invita a vincular el trabajo con la dignidad humana.

Tomando como punto de partida el mensaje de Francisco en la 109ª Conferencia Internacional del Trabajo, donde afirmó: “Si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado (…) El cuidado va más allá, debe ser una dimensión de todo trabajo. Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es un trabajo respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente. Por el contrario, un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana (…)” el texto va desarrollando qué significa cuidar el trabajo.

Son cuatro dimensiones que el autor desgrana: cuidar a los trabajadores y las trabajadoras, como prioridad fundamental; cuidar la sociedad, mostrando cómo el trabajo digno sostiene la vida social; cuidar el planeta, porque un trabajo que no preserve la casa común no puede ser digno; y cuidar la dignidad del trabajo, base de todo lo demás, porque –como plantea Porcar– su sentido más radical está en cuidar a los demás, a la sociedad y al planeta. No pueden entenderse de manera independiente: todas son imprescindibles para que el trabajo humano esté atravesado por el amor y el cuidado. Como recordaba Francisco en Laudato si’, todo está interconectado.

En cada dimensión se ofrecen claves concretas para discernir por dónde pasa hoy ese cuidado. Particular relevancia tiene la última, donde se muestra que la dignidad del trabajo brota de la dignidad de quien lo realiza. El trabajo es un bien para la persona y para la sociedad, porque a través de él el ser humano desarrolla sus capacidades, su ser y su humanidad, y contribuye al cuidado de los demás, al desarrollo social y a la protección del planeta. El trabajo es, además, un lugar de encuentro con Dios. En el trabajo y en el descanso –dos caras de una misma moneda– experimentamos su presencia.

Para generar una cultura del cuidado de las personas trabajadoras, el libro muestra también el papel clave de las organizaciones obreras, especialmente de los sindicatos, tanto tradicionales como las nuevas formas de organización surgidas entre los colectivos más precarios. Hoy es necesario recuperar su lugar en la escena social. Siguen siendo fundamentales, como indica la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), para la solidaridad y la defensa de los derechos laborales y sociales, y también en su labor educativa y formativa, para que los trabajadores no solo tengan, sino que puedan ser, desplegar plenamente su dignidad. Esto reclama su renovación permanente para crecer en la misión de servicio a las personas trabajadoras y a la sociedad. El libro ofrece pistas para que puedan contribuir al cuidado del mundo del trabajo, poniendo en su centro a los colectivos más empobrecidos.

Asimismo, se aborda el papel de la Iglesia y de las personas cristianas en el cuidado del trabajo. Cumplidos más de treinta años del documento episcopal La pastoral obrera de toda la Iglesia, Porcar recuerda que la Iglesia “debe sentirse y mostrarse corresponsablemente unida en el testimonio cristiano en el mundo del trabajo, en el servicio evangélico a las personas trabajadoras y en la voluntad transformadora de las condiciones sociales que tanto afectan al mundo obrero”. Hoy sigue siendo necesario anunciar, como decía Juan Pablo II, el Evangelio del trabajo. Esa tarea continúa siendo un reto para una Iglesia pobre y para los pobres, una Iglesia en salida.

El texto concluye ofreciendo sugerencias prácticas para vivir esta cultura del cuidado en lo cotidiano. Es imprescindible superar el victimismo, la pasividad y la resignación. El cuidado del trabajo es una utopía que llama a la movilización y abre horizontes nuevos. En el último capítulo se formulan propuestas que inciden en las personas, en la conversión de mentalidad, en iniciativas transformadoras de las estructuras y en prácticas de solidaridad que crean vínculos fraternos entre personas y comunidades.

Este libro, entre otras virtudes, ofrece un ejercicio imprescindible de diálogo entre la DSI y la realidad social en la que está llamada a encarnarse, en este caso, el mundo obrero y del trabajo. El Magisterio Social de la Iglesia orienta nuestra vida y nuestra acción para transformar la realidad y transformarnos nosotros mismos. Para ello, es necesario vivirlo y traducirlo en prácticas concretas. En este ejercicio de reflexión–acción–reflexión, el libro es un ejemplo de cómo la comunidad cristiana debe acoger la DSI y seguir concretándola desde la experiencia. No podemos olvidar que el Magisterio Social es responsabilidad de toda la comunidad eclesial.