El vicario de Pastoral de Madrid pide “dejar a Dios ser Dios” para “cambiar los espacios de poder” en la Iglesia

El vicario de Pastoral de Madrid, José Luis Segovia Bernabé, reconoció que “el dolor y sufrimiento” generado por los victimarios de la Iglesia responden al mal uso del “poder”, por lo que abogó por estructuras “participativas, relaciones más simétricas y absoluto respeto por la conciencia de cada persona”.
En la sesión del curso de la Escuela Diocesana Itinerante de Formación Social, organizada por la Pastoral Social e Innovación de la Archidiócesis de Madrid, compartió el duro, pero también revelador aprendizaje obtenido desde que se puso en marcha el programa Repara, hace cinco años.
“Escuchar el dolor y mirar a los ojos a las víctimas es siempre la vía más sabia de aprendizaje”, afirmó José Luis Segovia, Josito, quien reconoció que “todavía queda mucho por aprender”, ante las personas que en gran número asistieron a la parroquia san Hilario de Poitiers.
A su juicio, el origen del escándalo de los abusos dentro del Pueblo de Dios está “en la falta de fe”, al “colocarse la Iglesia en el lugar de Dios”.
“No necesariamente hay una pretensión deliberada de hacer el mal, ni compadrear con quienes cometen los delitos, pero si tomas el nombre de Dios en vano, si ocupas su lugar, puedes llegar a creerte perfecto, incapaz de reconocer los errores, las equivocaciones, los delitos y los pecados”, abundó Josito.
De este modo, explicó “llegas a pensar que eres perfecto y haces todo bien. Por lo tanto, cuando ves algo que está mal, ¿qué hacemos? Apartarlo y encubrirlo”, resumió.
Sin embargo, el Nuevo Testamento ofrece una imagen de la comunidad de seguidores de Jesús bien diferente, que gestiona de otra manera sus limitaciones y sus contradicciones.
De hecho, afirmó que “los evangelios no fueron escritos para hacer propaganda de la Iglesia, ni de sus ministros, sino precisamente para anunciar al Señor Jesús. Los discípulos salen muy mal parados, sus seguidores son personas pecadoras, que se equivocan, que le niegan…”, describió.
Josito apostó por cultivar la humildad necesaria para “dejar a Dios ser Dios”, y cambiar “los espacios de poder” en la Iglesia hacia ámbitos “más participativos, menos asimétricos, y más sanos”.
En este sentido, defendió la sinodalidad como impulso para “desclericalizar” las estructuras eclesiales, incluso “desempoderando”, si fuera necesario, a quienes ocupan puestos de mayor responsabilidad, para poder empoderar al “Pueblo de Dios”.
Durante la sesión, expuso la secuencia de los delitos y abusos, no solo los de contenido sexual, que por su impacto han recibido el merecido foco de la denuncia, sino otros modos de dominación.
“Todo abuso sexual ha venido precedido de un abuso de poder espiritual y de conciencia”, aunque, “no todo abuso de poder espiritual o de conciencia concluye con un abuso sexual”, matizó.
El abuso espiritual, explicó, “utiliza el nombre de Dios” y coloca al agresor “en un lugar que no le corresponde”. Así, transmiten a las víctimas la idea de que “yo soy Dios para ti” o “Dios me ha dicho a mí que te diga tal cosa”.
En los abusos de conciencia, que también se producen fuera de ámbitos religiosos, se coarta la libertad y autonomía personal para conseguir de la otra persona que haga lo que el abusador quiere, sin necesidad de recurrir a Dios.
Para evitar esas aberraciones, hace falta que en las mediaciones y acompañamientos a las personas haya lugar para procesos e itinerarios continuados y el concurso del discernimiento comunitario, propuso.
Los delitos digitales en auge
Pero si la diócesis de Madrid ha hecho una apuesta, todavía reciente, pero muy firme, por prevenir los abusos y reparar las heridas infringidas a las víctimas, menos recorrido tiene, como ocurre con toda la sociedad, la detección y lucha contra los abusos en el espacio digital y tecnológico.
“Cada vez más, nos llegan situaciones de chavales, generalmente jóvenes, que han hecho acoso a través del teléfono móvil, que han compartido imágenes indebidas y que está dando lugar a problemas bastante serios y mucho más extendidos de lo que pudiéramos pensar”, admitió Josito, quien anticipó un aumento en el futuro de este tipo de delitos.
“El teléfono móvil y los medios digitales nos dan una sensación de anonimato que es totalmente falsa, nos parece que una conversación por WhatsApp es mucho más privada. Y entonces, nos desinhibimos y nos compartamos como no lo haríamos en la vida real”, indicó con el fin de ayudar a tomar conciencia de la importancia de un uso cuidados de la tecnología.
De paso, alertó de que “la gente joven está rodeada de tecnología, interconectada, pero con un sentimiento de soledad tremendamente profundo”.
Así, está ocurriendo que “cada vez más la gente joven acude a la inteligencia artificial para resolver cuestiones vitales”. Son frecuentes, afirmó, hacerle preguntas sobre el sentido de la vida.
Recordó la importancia de promover acompañamientos espirituales saludables, es decir, que no generen dependencias, que impulsen la libertad de las personas y que ayuden a acercarlas más a Dios.
José Luis Segovia, jurista y criminólogo, y miembro del equipo de Repara, no solo resumió la labor en la detección y prevención de posibles situaciones de abuso, sino que adelantó nuevas líneas de trabajo que se están abriendo dentro de la diócesis para extender la cultura del buen trato.

Redactor jefe de Noticias Obreras



