El primer mensaje para la paz de León XIV desafía el realismo del miedo y la lógica de la guerra

El primer mensaje para la paz de León XIV desafía el realismo del miedo y la lógica de la guerra
FOTO | Vatican Media
En un mundo marcado por la guerra, el rearme y la desconfianza, el primer mensaje del papa León XIV para la Jornada Mundial de la Paz 2026 propone volver al corazón humano como punto de partida de una paz justa y duradera. En su presentación, el cardenal Michael Czerny destacó la urgencia de un desarme integral, mientras otras voces aportaron miradas complementarias desde la justicia restaurativa, la memoria de la guerra y la reflexión política

La Sala Stampa del Vaticano acogió este jueves 18 de diciembre, una comparecencia de prensa con motivo de la publicación del mensaje de León XIV para la 59ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2026. El acto sirvió para presentar el primer mensaje para la paz de Papa, un texto que se perfila como una de las claves programáticas de su pontificado.

Con el lema Paz a vosotros: hacia una paz “desarmada y desarmante”, el mensaje propone una lectura de la realidad internacional marcada por la guerra, el rearme y la desconfianza estructural entre los pueblos, e invita a recuperar una comprensión integral de la paz como tarea personal y colectiva.

La presentación, con varios comparecientes, estuvo encabezada por el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, quien ofreció la interpretación de conjunto más amplia y articulada del texto para la Jornada  Mundial de la Paz.

En su intervención, subrayó que el Papa parte de una afirmación fundamental: “La paz no es un sueño utópico irrelevante. No puede imponerse ni fabricarse”, ni puede reducirse a una estrategia política o a un equilibrio del miedo sostenido por la amenaza de las armas.

Czerny destacó que el mensaje de León XIV “va mucho más allá de la política o de la estrategia” porque sitúa la paz en su primera morada: el corazón humano, un corazón herido, ambivalente, capaz de amar la paz pero también de ejercer dominación. En este punto recordó la referencia explícita del Papa a san Agustín y a la libido dominandi, “el deseo de dominar”, que atraviesa tanto las relaciones personales como las internacionales.

El prefecto explico que el mensaje plantea una llamada al desarme integral, comenzando por el desarme interior. Frente a una cultura que identifica el realismo con la renuncia a la esperanza, el Papa advierte que “muchos llaman hoy ‘realistas’ a relatos desprovistos de esperanza, ciegos a la belleza del otro y olvidadizos de la gracia de Dios”. Para León XIV, insistió Czerny, lo verdaderamente realista es asumir la responsabilidad personal y colectiva por la paz.

Desde esa clave, el cardenal denunció con claridad “las enormes concentraciones de intereses económicos y financieros privados que empujan a los Estados a preparar y sostener las guerras”, así como el agravamiento del conflicto armado derivado del uso militar de la inteligencia artificial y el debilitamiento deliberado del multilateralismo y del derecho internacional. El Papa reclama “el camino desarmado de la diplomacia, la mediación y el derecho internacional”, recordó en un momento histórico como el actual en el que estos instrumentos están siendo erosionados.

Deshumanización y justicia restaurativa como claves de una paz duradera

En la comparecencia pública tomó la palabra Maria Agnese Moro, periodista e hija de Aldo Moro, quien ofreció una lectura profundamente humana del mensaje, poniendo el foco en los procesos de deshumanización que hacen posible la violencia. A partir del subtítulo elegido por el Papa, “una paz desarmada y desermante”, Moro subrayó que no basta con silenciar las armas si no se desactivan también los mecanismos mentales y emocionales que las hacen posibles.

En este contexto, destacó la relevancia que el mensaje concede a la justicia restaurativa, entendida como un camino capaz de “devolver humanidad allí donde han reinado la deshumanización y sus consecuencias”. Moro explicó que no se puede destruir el cuerpo de una persona sin haberla reducido antes a algo no humano: una función, un enemigo, una sombra. Y advirtió de que el odio, incluso cuando nace del sufrimiento, termina también por deshumanizar a quien lo padece.

Desde su propia experiencia vital, marcada por el terrorismo y la violencia política –que sufrió su familia–, defendió el valor del encuentro con “el otro difícil”, un encuentro que no puede ser formal ni diplomático, sino verdadero, capaz de sostener la escucha del dolor sin excusas ni justificaciones. “El encuentro con el dolor del otro es el primer golpe potente e irreversible contra la deshumanización”, afirmó, señalando que en ese reconocimiento mutuo se juega una justicia más profunda y una paz auténtica.

La paz como experiencia personal tras la guerra y el sufrimiento

El testimonio más directamente vinculado a la experiencia de la guerra llegó de la mano de Pero Miličević, párroco de los Santos Lucas y Marcos Evangelistas en Mostar (Bosnia-Herzegovina). En su intervención, relató cómo su infancia quedó truncada por la guerra, el asesinato de su padre y el internamiento de su familia en un campo de prisioneros durante siete meses.

Miličević vinculó esa experiencia con una de las afirmaciones centrales del mensaje de León XIV: “ver la luz y creer en ella es necesario para no hundirse en la oscuridad”. Subrayó que la paz no es posible sin una experiencia interior que la sostenga, y que, como advierte el Papa, cuando la paz no se vive y se cuida, “la agresividad se extiende tanto en la vida doméstica como en la pública”.

El sacerdote bosnio insistió en que el perdón no es una opción ingenua ni una renuncia a la justicia, sino un camino arduo pero imprescindible para romper la espiral de la violencia. “La bondad es desarmante”, recordó citando el mensaje, y afirmó que no es el aumento de los armamentos lo que garantiza la paz, sino corazones dispuestos a acogerla como un don que debe compartirse.

La paz entendida como principio político y jurídico

También intervino Tommaso Greco, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Pisa, quien destacó que el mensaje parte de una fuerte convicción: la paz no es una consecuencia accidental de equilibrios precarios, sino una condición previa para pensar las relaciones humanas y políticas. Greco subrayó que la expresión “paz desarmada y desarmante” invita a cambiar la mirada sobre la realidad y a rechazar una noción de realismo que oculta el bien existente y posible.

En este sentido, defendió la necesidad de tomarse en serio el principio si vis pacem, para pacem [Si quieres la paz, prepara la paz], recordando que fundar la paz sobre presupuestos que la niegan (el miedo, la fuerza, el rearme) conduce inevitablemente a su fracaso. Una reflexión que, afirmó, interpela de manera especial a las personas cristianas y a la Unión Europa, llamada a no resignarse al juego de las potencias ni a la lógica de la guerra como destino inevitable.